Sinopsis:
Madrid. Un brutal atentado terrorista. Un futuro
desolador. El Espectador, el mayor y más salvaje homicida de todos los tiempos,
anda suelto. La policía va en su búsqueda. Los métodos policiales han cambiado.
La tecnología no funciona. Tiene que buscar dentro, en la mente, en los deseos
del asesino. Para ello utilizan cebos, expertos en conductas humanas,
entrenados para conocer las filias de los delincuentes y manipularlas a través
de máscaras.
Diana Blanco es la mejor, la más preparada, la
única que puede atrapar al Espectador. Cuando la protagonista descubra que su
hermana ha sido secuestrada por el asesino, iniciará una carrera contrarreloj
para salvarla que la conducirá a la guarida del monstruo. A partir de este
momento se desencadena un trepidante juego de sospechas que llevará a la
protagonista a un sorprendente final lleno de acción y erotismo.
Crítica: Inteligente y bien escrito
Así me parece
esta novela de intriga policíaca con toques de ciencia-ficción: un argumento inteligente,
que se va dosificando en las medidas justas y sin flecos sueltos, con lo justo
de explicación “pseudo-científica” para darle mayor credibilidad;
En un futuro
indeterminado pero perfectamente reconocible, las técnicas psicológicas (unidas
a la introducción de ordenadores “cuánticos” que permiten analizar hasta el
menor rasgo de la personalidad) han revolucionado las técnicas policiales.
Ahora se busca a los criminales a través de su perfil psicológico, y para
capturarlos se utilizan “cebos”, expertos en darle al perfil del criminal lo
que éste más íntimamente desea, siendo capaces de llegar a bloquearle
totalmente sin necesidad de armas (aunque con un gran riesgo personal para el
cebo). En este contexto, asistimos a la investigación de un asesino múltiple
contra el que hasta ahora todos los cebos han fallado…
A este
atractivo argumento, como decía argumentado con las dosis justas de “fantasía
pseudo-científica” para darle credibilidad, se le une un buen saber hacer en la
escritura, prestando atención a los personajes, imprimiéndoles personalidad y
trasfondo psicológico; nada de personajes planos ligeramente esbozados (a veces
con uno o dos rasgos característicos para que parezcan tener “vida”, pero sin
nada detrás cuando se rasca un poco) como suele ser demasiado habitual en otras
novelas de este género.
Quizás
precisamente por todo ello, puede que este libro no sea del total agrado de los
aficionados al género: si buscas acción trepidante y tensión constante sin nada
más, aquí eso sólo lo encontrarás en pequeñas dosis (sabiamente dosificadas,
eso sí); porque, como digo, la novela tiene bastante más que eso, y para mí es
precisamente ese “más” lo que la hace valiosa y la diferencia positivamente del
resto. Claro que eso va en gustos, y quizás a los más acérrimos amantes del
género negro (yo no lo soy) precisamente les disguste eso que a mí más me gusta
de esta novela. Quién sabe…
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