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11 de marzo de 2014

[Libros] Estupor y temblores – Amélie Nothomb (1999)

Si habéis visto la película, podéis ahorraros el libro: al ser una obra tan cortita, la adaptación al cine es casi perfecta. Aún así, me quedo con el libro. No es ninguna maravilla, pero es curioso, y transmite un poquito mejor que el cine lo asombroso del choque de culturas entre occidente y Japón.

Sinopsis:
Amélie, una joven belga, nacida en Japón, firma un contrato por un año con la empresa Yumimoto. Desde el principio sufrirá humillaciones, desprecios, etc, como consecuencia del choque entre las costumbres de oriente y occidente y la extremada jerarquización de las relaciones sociales en Japón.

Crítica personal: Curioso
Primeramente aclarar que esta novela tiene una base autobiográfica, pues se supone que relata la experiencia de la autora cuando trabajó en Japón. Probablemente está algo "embellecido"... o quizás no. En cualquier caso, creo que esa componente real es lo más valioso del libro, aunque se presenta principalmente como obra de humor o satírica.

No me ha parecido especialmente divertido, aunque sí irónico y hasta mordaz en alguna ocasión. La primera mitad me ha parecido bastante amena, pero a partir de ahí me ha empezado a cansar un poquillo; pero como es tan corto, no da tiempo a cansarse de verdad.

Me ha resultado interesante por lo que transmite en cuanto al choque de culturas, y el sorprendente retrato que hace de la forma de trabajar y las relaciones laborales en Japón. En ocasiones deja con la boca abierta. Por lo demás... bueno, un librillo que no está mal para alternar entre lecturas.

Nota personal: 6

17 de septiembre de 2013

[Libros] De acuerdo, Jeeves – P.G. Wodehouse (1944)

Tenía curiosidad por conocer la obra de este famoso autor británico de novelas de humor, pero nunca encontraba el momento, al ser un género que no suele atraerme demasiado. Pero finalmente decidí empezar con la famosa saga de Jeeves, historias de un típico mayordomo británico y su joven amo.

Sinopsis:
Gussie Fink-Nottle se siente mucho más cómodo con las salamandras que con los hombres. El tímido joven las colecciona, se deleita contemplándolas, las estudia y hasta elabora complejas teorías sobre ellas. Se podría decir que sus conocimientos sobre los animalitos son tan vastos como su ignorancia sobre las mujeres. Y precisamente las mujeres o mejor dicho una, Madeline Basset son el origen de todos los problemas de Gussie. El joven se enamora de ella y, claro está, intenta decírselo, pero de sus labios sólo sale una complicada disertación sobre las salamandras. Que, como es de esperar, no interesan en absoluto a Madeline.
Gussie es amigo de Bertie Wooster, y a él acude en busca de consejo. Afortunadamente para el lector, los consejos de Bertie siempre acaban complicándolo todo hasta el infinito. Y es entonces cuando el incomparable Jeeves debe acudir a desentrañar y solventar el lío en que se meten Gussie y Bertie. Solventarlo a la manera de Jeeves, claro está.

Reseña: Típico humor inglés
¿Qué puedo decir de este libro, o serie de libros? (porque, aunque es el primero que leo sobre Jeeves, no creo que se diferencien mucho unos de otros) Pues que es humor británico en estado puro. No busquéis más: el libro no es más que una sucesión de gags, totalmente insustancial, pero ameno y divertido para pasar un buen rato. Humor sutil al más puro estilo de la alta sociedad inglesa, ironía y sarcasmo en estado puro que, si bien no puedo decir que me haya entusiasmado, me ha mantenido una ligera sonrisa a lo largo de toda la lectura. En fin, un libro sin mayores aspiraciones, con un argumento bastante absurdo pero que en el fondo es lo de menos, ya que se trata de un texto para pasar un buen rato leyendo frases ingeniosas y divertidas. Además, su reducida extensión, unido a que se puede leer a ratos (incluso intercalado con otros) sin miedo a perder el hilo, evita que pueda llegar a resultar cansino.

Poco más que decir: los protagonistas principales son un joven señor inglés y su ayuda de cámara; el primero, bienintencionado pero bastante inútil, el segundo, un inteligente y estirado mayordomo acostumbrado a resolver los entuertos en los que se mete su señor. Pero creo que el libro se describe mucho mejor por sí solo dejando aquí unas cuantas muestras de su fino humor británico:

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—Sí, señor. Cada vez que intenta formular una petición de matrimonio le falta el valor para hacerlo.
—Sin embargo, si quiere que esa mujer sea su esposa, tendrá que decírselo, ¿no? Quiero decir que es un caso de educación el hacérselo saber.

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Ya saben ustedes lo que sucede con algunas muchachas. En un santiamén consiguen reducirnos a un estado lastimoso. Hay algo en su personalidad que obra sobre nuestras cuerdas vocales, paralizándolas, y sobre nuestro cerebro, transformando su contenido en una coliflor.

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—Jeeves, ¿lo sabe ya?
—No, señor.
—¿Conoce a mi prima Angela?
—Sí, señor.
—¿Conoce al joven Tuppy Glossop?
—Sí, señor.
—Acaban de romper su compromiso de matrimonio.
—Lo siento señor.
—Este telegrama de tía Dahlia me lo comunica. Me pregunto qué habrá pasado.
—No sabría explicárselo, señor.
—Es natural. No haga el burro, Jeeves.
—No, señor.

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—No llevo intención de criticar continuamente sus tonos de voz, Jeeves. Sin embargo, he de informarle que su «Bueno, señor» carece de respeto y es tan poco simpático como el «¿De veras, señor?». Tanto uno como otro parecen inspirados por un ligero escepticismo. Producen la impresión de sugerir que yo no sé de qué estoy hablando y que sólo un feudal sentido del recato le impide decir en cambio: «Pero ¿qué dice, señor?»

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Tío Tom observará tu falta de apetito y apuesto a que, una vez concluida la cena, acudirá a tu lado y te dirá: «Dahlia querida...», supongo que es así como te llama, «Dahlia querida, he notado que durante la cena no tenías apetito. ¿Qué te sucede, Dahlia querida?» «Mi querido Tom», contestarás tú, «eres muy amable preguntándomelo. La realidad es, querido, que estoy terriblemente preocupada.» «Querida mía...», dirá él...
Tía Dahlia me interrumpió, en este punto, para decirme que, a juzgar por el diálogo, los cónyuges Travers debían de ser dos espléndidos ejemplares de cretino. Deseaba, además, saber cuándo llegaría a la conclusión.


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—Hermoso atardecer —dije.
—Sí, realmente hermoso.
—Hermoso. Me recuerda a Cannes.
—¡Cuan hermosos eran los atardeceres allá abajo!
—Hermosos —dije.
—Hermosos —dijo miss Bassett.
—Hermosos —asentí.
Y con esto quedó agotado el boletín meteorológico de la Riviera francesa.

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—¡Ajá! —dijo.
Fue para mí un verdadero asombro que un individuo dijese: «¡Ajá!» Siempre había creído que era una de esas palabras que se encuentran sólo en los libros, como otras muchas expresiones raras.


Nota personal: Entre 6,5 y 7, porque aunque como libro es insustancial, si uno lo lee sabiendo lo que se puede esperar de él, entretiene y no defrauda. Quizás lea más de Jeeves.


P.D.: Existe una serie británica sobre el personaje realizada en los años 90 y protagonizada por Hugh Laurie y Stephen Fry. A ella corresponde la imagen que incluyo en esta entrada.

24 de mayo de 2013

Exorcistas


El arzobispado de Madrid necesita exorcistas para combatir al diablo. Y al parecer nuestros niños necesitan no sólo tener una asignatura de religión en el colegio (¿laicidad? ¿qué es eso?), sino además examinarse de ella, lo cual contará para su expediente académico de la misma forma que las matemáticas, la física o la lengua. Por supuesto, conocer los peligros del maléfico y el resto de enseñanzas espirituales que nos ofrece la religión es tan importante o más que conocer los hechos que la ciencia ha descubierto a través del uso de la razón. Faltaría más.

Como decía Goya, el sueño de la razón produce monstruos. Pero no hay problema: ya tenemos la religión para exorcizarlos.

(P.D.: Sí, he catalogado esta entrada como humor. No se me ocurre que pueda ser otra cosa)

10 de abril de 2013

[Libros] Mil millones de mejillones – Fernando Trías de Bes (2010)


Sinopsis:

Vallecas. Junio de 2010. Un camarero en paro recibe una llamada de una ETT. Hay una oferta para él, son solo dos semanas y en un crucero de lujo, pero no pueden darle más detalles ya que es cuestión de seguridad nacional.
El camarero de Vallecas acepta. En el transatlántico se encontrará con los principales líderes políticos mundiales, invitados a la boda de Berlusconi con una conocida modelo en aguas internacionales, pero sufren un naufragio en alta mar. Obama, Zapatero, Aznar, el propio Berlusconi, Emilio Botín, Florentino Pérez, Flavio Briatore, Fernando Alonso, Jordi Pujol, Ibarretxe, Carla Bruni, o el fantasma de Michael Jackson son algunos de los delirantes personajes que, junto al camarero de Vallecas, irán a parar a una isla desierta, donde tendrán que organizarse para sobrevivir.
Los políticos más relevantes de nuestro panorama internacional se convertirán, de este modo, en víctimas de sus propias decisiones y reproducirán episodios de nuestra propia historia: el trueque de alimentos, la adopción de una moneda, la creación de la banca, el drama de la inflación, así como los problemas del comercio internacional, en una desternillante fábula sobre el mundo actual.

Crítica: Divertidísima introducción a la economía

He devorado el libro en una sentada. Esto no se traduce necesariamente en que lo considere un libro espléndido, pero desde luego sí debo decir que es extremadamente ameno y muy divertido.

Calificaría este libro en un 40% como de humor político, y en un 60% de introducción a la economía a un nivel tremendamente divulgativo. En cuanto a lo primero, y ayudado por las fantásticas ilustraciones del dibujante Toni Batllori, el libro resulta una divertida y aguda crítica de algunos de los principales políticos y personajes públicos del panorama internacional actual. El autor no deja títere con cabeza, y caricaturiza con agudeza tanto a Rajoy como a Zapatero, a Obama y Berlusconi, a Merkel y Sarkozy, a Tritchet y Greenspan, a Pujol e Ibarretxe, a Botín y Durao Barroso (siempre muy ocupado aunque nadie sabe lo que hace), a Esperanza Aguirre y Ruiz Gallardón, a Aznar y Hugo Chávez... La crítica es aguda y divertida, con pullas a diestro y siniestro casi en cada frase, y sólo por esto ya merece la pena el libro como forma de pasar un buen rato. Los abundantes dibujos de un ilustrador acostumbrado a caricaturizar políticos añaden también un toque ligero y divertido al texto.

Y luego, como complemento a esto, aunque en realidad sea la razón de ser del libro, está la parte divulgativa, en la que nos va enseñando poco a poco cómo funciona la economía. Un grupo de náufragos en una isla desierta deben iniciar un nuevo modelo de sociedad, e irán pasando por las fases de trueque, de invención de la moneda, de los bancos, de los préstamos… Y con ellos aparecerá la inflación, los mercados de valores, las “anotaciones en cuenta” sin respaldo real, las burbujas económicas, las crisis, el comercio internacional, los bancos centrales, las conversiones de divisas… Sin casi darte cuenta, y siempre de forma extremadamente sencilla (al fin y al cabo, básicamente se comercia con agua y cocos, y luego con artículos de lujo como los camaleones… y se utilizan mejillones como moneda), iremos descubriendo cómo funcionan todos estos complicados mecanismos de la economía moderna. Y con ellos, aparecerán los problemas, que una serie de grandes economistas ayudarán a los náufragos a resolver (los espíritus de los economistas se les aparecen en una cueva para darles consejos), sólo para que la solución de ese problema los haga caer en otro aún mayor.

El mensaje económico resulta muy básico, aunque, como digo, extremadamente divulgativo y divertido (aunque en el fondo subyace una ácida crítica al sistema). Para quien ya sepa algo de economía, no se descubre nada nuevo (aunque la parodia que representa el texto en su totalidad ya merece una lectura), pero para quien aún se pierde con todos esos conceptos, puede ser una magnífica forma de entrever cómo funciona el mundo. Lamentablemente, se queda muy corto en este sentido, pues apenas se ofrecen unas someras pinceladas de los principales mecanismos económicos; pero a quien le pique el gusanillo quizás le quite algo de miedo para ir más allá con lecturas algo más serias.

En resumen, el libro me ha parecido básicamente de humor con un mensaje divulgativo interesante. Lo mejor es lo ameno y divertido que resulta y lo rápido que se lee (es muy cortito), a la vez que se aprende algo. Ligerito, pero recomendable.

Nota personal: 6,5

23 de marzo de 2013

[Libros] La conjura de los necios – John Kennedy Toole (1980)


Otro clásico contemporáneo que no había leído hasta ahora. Y no sólo eso, sino que tampoco tenía ni idea de qué iba; sólo sabía que era un libro famoso y que se consideraba casi una obra maestra. Así que se puede decir que llegué a este libro totalmente a ciegas.

Sinopsis:
La Conjura De Los Necios es una disparatada, ácida e inteligentísima novela. Pero no sólo eso, también es tremendamente divertida y amarga a la vez. La carcajada escapa por sí sola ante las situaciones desproporcionadas de esta gran tragicomedia.
Ignatius J. Really es, probablemente, uno de los mejores personajes jamás creados y al que muchos no dudan en comparar con el Quijote. Más aún, es el antiprotagonista perfecto para una novela repleta de excelentes personajes, situados en la portuaria ciudad de Nueva Orleans, magistral Ignatius. Él es un incomprendido, una persona de treinta y pocos años que vive en la casa de su madre y que lucha por lograr un mundo mejor desde el interior de su habitación. Pero cruelmente se verá arrastrado a vagar por las calles de Nueva Orleans en busca de trabajo, obligado a adentrarse en la sociedad, con la que mantiene una relación de repulsión mutua, para poder sufragar los gastos causados por su madre en un accidente de coche mientras conducía ebria.

Crítica: Torrente intelectualoide

Para los despistados como yo que aún no hayan leído este libro, diré que básicamente son las aventuras y desventuras de una panda de imbéciles patéticos, liderada (es un decir) por el imbécil supremo, Ignatius J. Reilly. Un ser insociable, odioso, egoísta, vago, vanidoso, petulante, glotón y onanista… un Torrente en toda regla. Aunque en realidad, y dadas las fechas, probablemente es al contrario: que Torrente sea la versión hispánica de Ignatius. No me extrañaría nada…


El libro es un desfile de personajes esperpénticos a lo largo de un texto ácido, absurdo, sarcástico, cínico, incisivo, mordaz… y otras decenas de adjetivos que le podrían ser aplicables. El resultado es un libro muy especial, obra maestra y desternillante para una gran mayoría, insufrible también para muchos, y simplemente original para unos pocos, entre los que esta vez me cuento. Porque creo que éste es un libro que amas u odias… pero curiosamente yo me he quedado en un mediocre punto intermedio. Exactamente igual que me pasa con las películas de Torrente…

Así que nada, este libro no lo puntuaré, porque está claro que su humor no ha conseguido llegarme, pero esto es algo tan personal que no puedo universalizar esa relativa frialdad con la que lo he leído, mientras que al mismo tiempo aprecio bastantes notas positivas en su originalidad y cómo está escrito. Es decir, tengo esa sensación de reconocer que probablemente el libro sea bueno pero que yo no he podido apreciarlo adecuadamente. Y es que ya se sabe que pocas cosas hay tan personales y subjetivas como el humor.


La verdad es que me gustaría haberme desternillado de risa con Ignatius J. Reilly, pero no he pasado de 3 suaves carcajadas en todo el libro; han sido momentos demasiado puntuales para llegar a cogerle el gusto. Pero ya digo que, en esto, el raro soy yo, sin ninguna duda, porque también a menudo me cuesta reírme con películas o programas de humor que arrastran millones de espectadores…

Por destacar las notas positivas, diré que se nota que es un libro escrito con inteligencia. Junto a las historias estrafalarias y a los toques de lenguaje incluso soez en ocasiones, se suman innumerables frases con un gran nivel de ingenio. Por otra parte, el texto esconde también ácidas críticas hacia la sociedad en general, y hacia ciertos personajes que, aunque muy estereotipados y exagerados, representan a diferentes estamentos de la misma. Sí, el texto denota inteligencia, lo que quizás sea su principal diferencia de un Torrente cualquiera. Pero pese a todo, es principalmente un libro de humor, de un humor ácido y estrafalario, que no ha conseguido llegarme más que en muy contadas ocasiones (demasiado pocas).

También es muy posible que al libro le pesen un poco los años. Creo que en la época en que fue publicado, 1980, su estilo debió resultar rompedor, y muy a tono con el espíritu de la época; en momentos en que triunfaban por su desfachatez películas como “Pepi, Luci, Bom…”, que hoy nos resultan poco menos que infumables, este libro debió destacar por esa misma línea provocativa y deslenguada. Hoy, en cambio, ese estilo ya no nos choca tanto, y supongo que eso le resta frescura y originalidad en la actualidad.

Por supuesto, si tenemos en cuenta que en realidad el libro fue escrito en los años 60, uno tiene que reconocer que desde luego su autor fue un gran adelantado a su tiempo, y no me extraña en absoluto que no pudiese encontrar ninguna editorial que quisiera publicarlo. En aquella época, decir que este libro hubiera resultado escandaloso probablemente es quedarse muy corto. Hoy, en cambio, no causa ya el más mínimo escándalo, y el personaje de Ignatius J. Reilly, aunque aún sea capaz de provocar muchas sonrisas y hasta alguna carcajada, no pasa de ser un estrafalario patético con algunos toques de ingenio en su discurso, pero que ya no escandaliza a nadie. Un Torrente con un barniz intelectualoide. Ya estamos curados de espanto…