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14 de diciembre de 2014

Recuerdos del verano...

Cómo me gusta el verano...

A raíz del twit sobre "crímenes paelleros" que acaba de publicar Mari Jose (la "deliberia"), he recordado las paellas que hicimos este verano (primero en el que nos animamos a hacer paellas, o mejor sería decir arroces en general, a la brasa). Y he recuperado una fotillo de un arroz con magro haciéndose al fuego...


Qué ganas de que vuelva el verano para poder volver a disfrutar de la barbacoa. ¡Es que todo sabe mejor hecho a la brasa!

Pero bueno, quizás sea cuestión de aprovechar el invierno para volver a practicar con el horno y los panes. Éste fue el segundo (y último hasta ahora) que hice la pasada primavera (luego, con el calor, no era plan). Un pan de masa madre natural que resultó de sabor exquisito, aunque aún muy mejorable en bastantes aspectos. Será cuestión de seguir practicando. Os dejo la foto de éste, mi segundo y hasta ahora último pan:


¡Hasta la próxima!

14 de noviembre de 2014

Las cosas buenas de la vida

Me encanta disfrutar de las cosas buenas de la vida. Qué tontería, supongo que a todos nos gusta… aunque no sé, porque también hay gente que parece que realmente disfruta sufriendo, pero bueno, eso daría para un debate aparte...

Tumbarte sobre un prado un día de primavera viendo el cielo… sentarte tranquilo en un sillón con un buen libro y música suave de fondo una tarde de lluvia… una buena sesión de sexo…  unas lonchas de jamón de bellota con un vino de esos que te hacen cerrar los ojos al paladearlo…

Pues sí, me gusta la buena vida. Nos gusta la buena vida, debería decir, en mi familia. Y hacemos lo que podemos, que no siempre es todo lo que nos gustaría, pero en fin, así es la vida. Al menos, en unas cuantas cosas dependes menos de los demás o de las circunstancias: no siempre puedes tirarte en un prado, no siempre tienes tiempo para relajarte a gusto con música y un libro… y ni siquiera todo  el mundo tiene la oportunidad de tener sexo cuando quiere. Pero, salvo problemas económicos mayores, en general en nuestro país casi todos podemos disfrutar del buen beber y el buen comer. Y de eso quería hablaros hoy.

Sí, en casa somos muy aficionados a comer bien. Y al buen vino. Y hacemos lo que podemos para disfrutar de ello lo máximo posible (dentro de las posibilidades del bolsillo… y hasta de la salud, ¡que no es cuestión de beberse una botella de vino al día, aunque apetezca!). Como todo el mundo, tenemos nuestras preferencias, claro está. Por ejemplo, no nos entusiasma el marisco, y sí los buenos embutidos y los buenos quesos. Y el vino. El maravilloso y variado vino de nuestra tierra. El bueno, claro… prefiero beber agua sin dudarlo si la alternativa es uno de esos “vinos de la casa” que suelen poner por ahí. Pero los buenos vinos… ¡ay, qué maravilla!

Pues bien, ahora hemos querido compartir con todo el mundo una pequeña parte de este amor nuestro hacia ciertos productos de nuestra tierra. Hemos abierto una tienda online para vender esos productos que nos entusiasman. Bueno, en realidad la tienda la lleva mi mujer, como única salida a la vista tras varios años en paro; pero yo colaboro en lo que puedo (por ejemplo, en la selección de los productos, que es conjunta). Y es lo que quería contaros hoy aquí.

Se llama Delicias Ibéricas, y en ella podéis encontrar vinos “de autor”, embutidos del Pirineo, quesos artesanos de oveja con un sabor ya casi olvidado, mermeladas de sabores exóticos y totalmente naturales… Todos ellos, productos que nos entusiasman, que hemos probado y seleccionado personalmente, y algunos de los cuales llevamos años consumiendo en casa porque nos encantan (a menudo trayéndonos provisiones a casa al terminar nuestras vacaciones en diversas zonas de nuestra geografía). Productos por lo general difíciles de encontrar, por limitarse su distribución habitual a su entorno más cercano. Pues bien, una parte de esos maravillosos productos (y esperamos que podamos ampliarla más adelante, si la tienda se demuestra viable) es la que ahora os ofrecemos a todos en Delicias Ibéricas.

Os animo a descubrir la tienda, y a seguirnos en su página de Facebook, desde donde tenemos planeado ir anunciando promociones, recetas, maridajes… Si es que sobrevivimos más allá de un par de meses, claro está…

Espero que os guste esta aventura en la que nos hemos embarcado. Y, si podéis ayudar, corriendo la voz a conocidos, dándole al “Me gusta” en la página de Facebook, o como se os ocurra, pues tenéis todo nuestro agradecimiento. Los comienzos son siempre difíciles, y lograr visibilidad en el inmenso océano de internet es una tarea titánica. Cualquier ayuda es poca.


Gracias por haber leído hasta aquí. Espero volver próximamente con algo más de tiempo para seguir como siempre, comentando libros o cualquier otro tema que se me pase por la cabeza. ¡Hasta la próxima!

28 de agosto de 2014

El helado que no se derrite

Supongo que muchos ya sabéis que mi mujer es aficionada a los helados caseros y que tiene un blog y un libro sobre este tema, y sobre toda la teoría del helado. Pues bien, en relación con esto, hace poco me pasó un vídeo que había visto sobre un helado americano que tardaba más de una hora en derretirse tras dejarse expuesto al sol. Un fenómeno que llama mucho la atención, eso está claro, pero que en realidad tiene su explicación… aunque no coincide con algunas de las que se están dando por ahí.

Éste es el vídeo en cuestión, realizado por un comprador de los supermercados Walmart sobre uno de sus helados:


Aquí vemos que, dejado el helado al sol con una temperatura ambiente de 26ºC, tarda más de una hora en empezar a derretirse.

¿A qué se debe este comportamiento? El artífice de la prueba no entra en el tema, pero lógicamente muestra su profundo escepticismo sobre la calidad de un helado que parece indestructible. Cuando el vídeo empezó a adquirir fama en los Estados Unidos, algunos medios contactaron con un profesor que dio algunas posibles claves sobre la razón de este comportamiento del helado; y eso es justamente lo que quería analizar aquí, porque no todo lo que se dijo es correcto.

7 de junio de 2014

Helados caseros

¿Os gustan los helados? Creo que no he conocido a nadie que responda que no a esta pregunta. ¿Y qué os parecería poder hacer vuestros propios helados, a vuestro gusto personal, fácilmente en casa? Y con buenos resultados, por supuesto, para hacer una chapuza prefiero comprarlo hecho.

Pues hoy vengo a hacer "publicidad" justamente de eso, pero en el buen sentido: mi mujer es muy aficionada a este mundillo del helado (en realidad, ha llegado a convertirse en toda una experta) y ha empezado su propio blog para explicar cómo hacer helados en casa y, lo que es más importante, dar las recetas.

A lo mejor pensáis que recetas de helados en la red ya hay muchas. Pues sí... pero os lo aseguro: no tienen nada, pero nada que ver con éstas. Esas recetas no cumplen los requisitos que debe cumplir un buen helado, y el resultado es bueno de sabor, pero malo de textura: exceso de grasas (a niveles enormes, muy, pero muy por encima de los comerciales) y duros como una piedra cuando los sacas del congelador. Si os animáis a hacer las que os contará María José en su blog, notaréis la diferencia. O mejor dicho, apenas notaréis la diferencia con los helados artesanos de la heladería de vuestro barrio. Os lo digo por experiencia... ;-)



¡Ah, y hay un libro en camino sobre el tema!

21 de abril de 2014

[Libros] El curioso incidente del perro a medianoche – Mark Haddon (2003)

Sinopsis:
El curioso incidente del perro a medianoche es una novela que no se parece a ninguna otra. Elogiada con entusiasmo por autores consagrados como Oliver Sacks e Ian McEwan, ha merecido la aprobación masiva de los lectores en todos los países donde se ha publicado, además de galardones como el Premio Whtibread y el Premio de la Commonwealth al Mejor Primer Libro.
Su protagonista, Christopher Boone, es uno de los más originales que han surgido en el panorama de la narrativa internacional en los últimos años, y está destinado a convertirse en un héroe literario universal de la talla de Oliver Twist y Holden Caulfield. A sus quince años, Christhoper Boone, conoce las capitales de todos los países del mundo, puede explicar la teoría de la relatividad y recitar los números primos hasta el 7.507 pero le cuesta relacionarse con otros seres humanos. Le gustan las listas, los esquemas y la verdad, pero odia el amarillo, el marrón y el contacto físico. Si bien nunca ha ido solo más allá de la tienda de la esquina, la noche que el perro de la vecina aparece atravesado por un horcón, Christopher decide iniciar la búsqueda del culpable.

Crítica personal: El mundo visto por alguien muy especial

Fantástico. Un libro diferente, pero que te atrapa. Su protagonista es especial, muy especial. Y ésa es la clave del libro: una especie de pequeño diario de una persona muy especial. Porque Christopher Boone es autista.

Enternecedor, amargo, esperanzador... uno no sabe muy bien qué sentimientos pasan por el lector mientras lee este libro. Pero consigue atraparte. Es fantástica la capacidad del autor de hacernos comprender al protagonista, siendo éste una persona tan particular. Un libro especial y distinto, pero muy bueno.

9 de abril de 2014

Por fin...

Por fin se ha solucionado el problema con el blog, ya se puede volver a acceder con normalidad. Espero que no se repita. Crucemos los dedos…

El problema lo he sufrido con mis dos blogs, aunque en el otro se solucionó hace ya algunos días. Allí expliqué la historia, así que, si alguno tiene curiosidad por saber qué ha pasado, le remito a aquella entrada, para no repetirme. 

Gracias por seguir ahí. Nos vemos (o nos leemos…)

11 de marzo de 2014

[Cine] Gravity

¿Habéis visto Gravity? ¿Y os ha gustado? En ese caso, quizás os resulte curioso lo que comento sobre sus aciertos y errores en mi otro blog (por cierto, que en los comentarios se siguen analizando algunas cosillas, representan casi una continuación de la entrada).

Si no la habéis visto aún, no me atrevo a recomendaros leerlo, ya que está lleno de "spoilers"... pero vosotros mismos.

La película me ha gustado bastante. Y me consta que gusta incluso a los no aficionados al espacio. Mi mujer no sólo la aguantó hasta el final, sino que le gustó... y eso son palabras mayores con este tipo de películas. 

Os la recomiendo.

14 de agosto de 2013

[Libros] Clara y la penumbra – José Carlos Somoza (2001)

Sinopsis:

En los circuitos internacionales del arte está en auge la llamada pintura hiperdramática, que consiste en la utilización de modelos humanos como lienzos. El asesinato de Annek, una chica de catorce años que trabajaba como cuadro en la obra "Desfloración", en Viena, pone en guardia a la policía y al Ministerio de Interior autriaco, que son presionados por la poderosa Fundación van Tysch para que no hagan público el crimen, ya que la noticia desencadenaría el pánico entre sus modelos y la desconfianza entre los compradores de pintura hiperdramática. Y mientras tanto, Clara Reyes, que trabaja como lienzo en una galería de Madrid, recibe la visita de dos hombres extranjeros que le proponen participar en una obra de carácter "duro y arriesgado"; el reto empieza en el mismo momento de la oferta, ya que la modelo debe ser esculpida también psicológicamente. De esta forma, Clara entra en una espiral de miedo y fascinación, que envuelve también al lector y lo enfrenta a un debate crucial sobre el valor del arte y el de la propia vida humana.

Crítica: Una buena y original novela que no ha conseguido entusiasmarme
Estamos ante un libro intrigante, bien escrito, y con cierta profundidad salpicada de toques de intriga y tensión (no demasiados), pero que no ha terminado de apasionarme.

Es el segundo libro que leo de Somoza, y en ambos veo cosas muy positivas: escribe bien, y es tremendamente imaginativo en sus planteamientos. Y no sólo plantea ideas o “mundos” originales, sino que además se nota que ha reflexionado sobre ello profundamente, describiendo en detalle “cómo funciona todo” en ese mundo ficticio, y dotándolo así de bastante verosimilitud. Todo ello es positivo y aporta valor a sus textos.

En este libro, ese “mundo imaginario” es un futuro próximo en el que el mundo del arte ha derivado hacia los “lienzos humanos”. Pintar sobre tela ha quedado desfasado, ahora se pinta sobre personas, profesionales que dedican su vida a ejercer de “lienzos”. Pero no penséis en eso que conocemos del “body painting”, no… es algo mucho más sofisticado, complicado y exigente.

En ese mundo ficiticio los seres humanos no se usan sólo como pinturas, sino incluso como adornos o muebles. Se trata, en estos casos, de un “arte menor”, al que se dedican básicamente “fracasados” que no han conseguido llegar a la primera línea del arte y que se ganan la vida como mesas, sillas, lámparas, bandejas o adornos cualesquiera. Por supuesto, todo este “arte” y “artesanía” se compra y se vende, y se exhibe en museos, casas particulares o empresas. Cualquier pregunta que os podáis hacer de “¿pero cómo es posible…?”, en general está contestada en el libro; por eso hablaba de la mucha reflexión que ha puesto el autor detrás del texto para imprimirle credibilidad.

En medio de todo este sugerente marco del arte de vanguardia, aparece un asesino en serie que va matando de forma ritual a algunas de las personas que trabajan como cuadros del mayor artista del momento. Aunque en realidad debería decir que se trata de un desconocido que se dedica a destruir valiosísimas obras de arte, pues así es como se ve la situación en este mundillo.

Como decía al principio, el planteamiento es interesante y original, con un desarrollo muy pensado en todos sus detalles, y escrito con calidad. Sin embargo, el libro no ha terminado de engancharme del todo.

La principal razón es que creo que le sobran páginas. A Somoza le interesan mucho más las descripciones de este mundo ficticio y los debates morales sobre el arte hiperdramático (como se denomina esta corriente) que la parte de intriga del libro. Y eso en principio no estaría del todo mal, si no fuera porque llega un momento en que las descripciones y las reflexiones se hacen claramente excesivas, al menos para mí (y no suelo ser de los que buscan acción constante, ni mucho menos). Todo esto llega a hacerse demasiado repetitivo, cansando y haciendo perder parte del interés.

Tampoco los personajes, aunque están bien definidos, han conseguido “llegarme”. Por alguna razón, no he “conectado” realmente con ninguno, de modo que el libro me ha resultado “frío”. No he llegado a “meterme dentro” en ningún momento.

Por todo ello, no sé bien cómo calificarlo. Sin duda, la novela es de calidad, pero por alguna razón no la puedo considerar “redonda”, en absoluto. Claro que esto es una percepción muy personal…

En cualquier caso, seguiré leyendo más títulos de este autor, ya que debo reconocer que se sale de lo común.


Nota personal: 6,5

31 de julio de 2013

¿Toscana o Empordà?

Continuación a la entrada sobre los parecidos y diferencias entre la Toscana y l'Empordà (en esta ocasión, para compensar, pondré todos los nombres en su lengua nativa).. Lo plantearemos como un juego.de adivinanzas ;-)

1. ¿L'Empordà o la Toscana?
2. ¿L'Empordà o la Toscana?

3. ¿L'Empordà o la Toscana?


4. ¿Carquinyols o cantuccini?



5. ¿Castellfollit de la Roca o Pitigliano?



6. Pueblos medievales variados. Unos de la Toscana, otros de l'Empordà/la Garrotxa. ¿Podéis diferenciar unos de otros?
(Lista de pueblos toscanos: representados: Montichiello, Monteriggioni, Pienza, San Quirico d'Orcia, Civita de Bagnoregio, San Gimignano, Volterra)
(Lista de pueblos de Girona representados: Pals, Peratallada, Ullastret, Monells, Sant Martí d'Empúries, Beget, Besalú, la Bisbal, Ripoll)



(y paro de fotos, que podría poner docenas)

7. ¿Tossa de Mar o Talamone?

RESPUESTAS

1 a 3: Primera foto, L'Empordà; segunda, la Toscana.

4. Lo mismo me da que me da lo mismo. Son idénticos.

5. Primero Pitigliano (Toscana), segundo Castellfollit de la Roca (Garrotxa, Girona)

6. Por orden de aparición:
Beget (Garrotxa, Girona)
Civita di Bagnoregio (Toscana)
Monteriggioni (Toscana)
Monells (Empordà, Girona)
Besalú (Garrotxa, Girona)
Volterra (Toscana)
La Bisbal (Empordà, Girona)
Ullastret (Empordà, Girona)
Sant Martí d'Empúries (Empordà, Girona)
Montichiello (Toscana)
Sant Martí d'Empúries (Empordà, Girona)
Pienza (Toscana)
Montichiello (Toscana)
Pals (Empordà, Girona)
San Gimignano (Toscana)
Ripoll (Ripollés, Girona)
Pals (Empordà, Girona)
Peratallada (Empordà, Girona)
Peratallada (Empordà, Girona)
Sant Martí d'Empúries (Empordà, Girona)
Besalú (Garrotxa, Girona)
Monteriggioni (Toscana)
Pals (Empordà, Girona)
San Quirico d'Orcia (Toscana)
Peratallada (Empordà, Girona)
Monteriggioni (Toscana)

7. Primero, Talamone; segundo, Tossa de Mar

..y además...


Calella de Palafrugell

Cadaqués

...y tantos otros...

Un verano en la Toscana

Ya volví de vacaciones. Se acabó lo que se daba. Otro año entero por delante para poder disfrutar de otro mesecillo (bueno, han sido 3 semanas) de asueto y relax… o haciendo lo que sea, pero elegido por uno mismo y no impuesto por las circunstancias, como ocurre el resto del año.

Pero bueno, esta entrada no es para lamentarme por la vuelta al trabajo, sino para hacer algunas reflexiones a raíz de mi viaje de este año. No se trata de describir mis vacaciones, que ya sé que os importarán un pimiento, sino de presentar algunos hechos que me han dado que pensar.

Este año hemos ido una semanita a la Toscana, Italia, y luego dos semanas a la playa en nuestro sitio favorito, la zona del Ampurdán o Empordà, en Gerona o Girona (coñazo de idiomas… ¿tendré que poner también Florencia o Firenze? Paso, a partir de aquí, todo en castellano excepto los que no tienen traducción o no la conozco). Y lo más curioso de todo es que he encontrado muchas, muchísimas similitudes entre ambas zonas.

El Ampurdán lo conozco bastante bien. Aunque la playa en general no me apasiona demasiado, me encanta la zona de la Costa Brava; y en concreto, el Ampurdán es una comarca que me gusta muchísimo, por todo. Aunque no vamos todos los años, a lo largo de los últimos 20 debo haber veraneado por allí en más de 10 ocasiones, pasando una o dos semanas cada vez (casi siempre combinándolo con algo más), de modo que conocemos la zona bastante. Quizás por eso, me chocó lo que me encontré en la Toscana.

La Toscana es una joya a nivel mundial, de eso no cabe duda. Sus ciudades son únicas e irrepetibles, y en pocos lugares de la Tierra puede uno encontrar tantas joyas urbanísticas en tan pocos kilómetros cuadrados. Florencia, Pisa, Lucca, Siena…. Aunque no hubiera nada más, sólo estas ciudades ya convertirían la región en un destino inigualable. Pero no eran estas localidades la razón de nuestro viaje allí: Florencia y Pisa ya las conocíamos de viajes anteriores por Italia, y lo que más nos atraía esta vez de la región eran sus paisajes y sus decenas de pueblecillos medievales. Dos cosas que, junto con las ciudades mencionadas y los vinos, son las señas de identidad de esta famosísima parte de Italia.

Hemos visto muchísimo en este viaje. Los pueblecillos, realmente merecen la pena. Los paisajes, la verdad, no tanto. Bueno, digámoslo claramente: son del montón, normalitos, igual que los vinos (alguna excepción habrá…). Pero la sensación global que tenía al viajar por allí tenía algo de déjà vu

Se lo comenté varias veces a mi mujer: la Toscana me recordaba mucho al Ampurdán, o, si acaso, a una mezcla del Ampurdán y la Garrotxa. ¡En serio! El paisaje era muy parecido (¡hasta los campos de girasoles!), y los pueblecillos medievales podrían ser totalmente intercambiables. Si pusiéramos letreros en catalán en unos, y en italiano en otros, podríamos darles el cambiazo muy fácilmente sin que nadie lo notara.

Por si esto fuera poco, había dos similitudes más, quizás casualidad (¿o no? Es algo que aún quiero investigar por internet), pero que sumado a lo anterior resulta chocante: ¡en la Toscana hay butifarras y carquinyols! Por supuesto, con otros nombres: salssiccia y cantuccini, ¡pero son lo mismo! Vale, lo de la salssiccia no es para tanto: salchichas frescas hay en muchos sitios, y debo reconocer que no las llegamos a probar, así que no puedo decir si el sabor de la salssiccia toscana es más de salchicha fresca corriente o de deliciosa butifarra de payés, pero desde luego el aspecto en formato, tamaño, etc, era idéntico. Pero sí, esto puede ser una simple casualidad en un producto muy extendido. ¿Pero qué me decís de los carquinyols/cantuccini? ¡Idéntico producto, y misma forma de consumirlo, mojándolo en vino dulce! Me da la impresión de que debe haber alguna conexión histórica que lo justifique, y es lo que aún tengo pendiente de investigar, por curiosidad; si alguien conoce la respuesta y me quiere evitar la búsqueda, toda explicación será bienvenida.

Ah, por si esto fuera poco, ¿cuáles son los platos típicos toscanos? Pues, pasta aparte, que es algo inevitable en toda Italia, lo típico de la zona son los embutidos y las carnes a la brasa, y los vinos de la zona. ¿Y cuáles son los platos típicos del Ampurdán? Bueno, paellas y sangrías para turistas aparte, adivinad…

Pero anécdotas aparte, el resultado de nuestro viaje a la Toscana fue que nos había gustado, pero que gran parte de lo que habíamos visto lo teníamos casi idéntico mil kilómetros más cerca de casa. Sin embargo, hay grandes y tristes diferencias, y sobre ello va mi reflexión.

Ampurdán y Toscana: grandes similitudes, con resultados muy distintos

Antes de seguir, quiero repetir que la Toscana me ha gustado de forma global, y reitero que sólo por sus ciudades renacentistas, únicas en el mundo, ya sería una joya irrepetible. Pero la publicidad turística de la Toscana va mucho más allá de esas ciudades patrimonio de la Humanidad: la imagen que le venden a uno de la Toscana es de un lugar idílico repleto de pueblecillos maravillosos y bellísimos, de buena comida, buen vino y bonitos paisajes. Y todo ello es cierto… tan cierto como que tenemos exactamente lo mismo en casa (ciudades irrepetibles aparte), y no lo sabemos explotar.

Cuando algo me sorprende como estas similitudes entre la Toscana y el Ampurdán, muchas veces me pregunto si son ideas locas mías, o si no soy el único que lo ve así, de modo que suelo buscar en internet. En este caso también lo he hecho, y la verdad es que no parece que sea una comparativa muy universal, pero sí, hay más gente que ha visto estos parecidos. Hasta parece que se ha hecho algún reportaje con el título “L’Empordà, la Toscana catalana”. Bien, sirve como alivio de que todavía no chocheo demasiado, pero hace más triste, si cabe, mi siguiente reflexión.

Y es que, a pesar de los parecidos en cuanto al contenido, no puede haber más diferencia en cuanto a su explotación turística y los resultados. Por exponerlo de forma más o menos esquemática, señalaré unos cuantos puntos:

-La Toscana es conocida a nivel mundial. El Ampurdán no sabrían situarlo el 90% de los españoles, ni nombrar una sola ciudad de la comarca. De los extranjeros ni hablamos… Si lo extendemos a la totalidad de Gerona, ahora ya casi todos los españoles podrían situarla en el mapa (espero…), pero la mayor parte seguirían sin tener ni idea de qué hay allí que merezca la pena visitar.

-Excepciones aparte, que las hay en ambos casos, la Toscana aspira y tiene un turismo de alta calidad. El Ampurdán tiene, y parece aspirar, al turismo "del montón", un turismo del "todo vale con tal de que vengas a dejarte los cuartos". Algo extensible a toda España, no limitado a esta zona.

-Como resultado de los dos puntos anteriores, la Toscana tiene un alto prestigio. El Ampurdán tiene… ¿qué? Ah, está en España, ¿no? Pues entonces debe tener sol y playa. Y cerveza.

Triste, muy triste. Y dicho esto, debo recordar que el Ampurdán es un lugar privilegiado si lo comparamos con gran parte de otras zonas costeras de nuestra geografía. Vamos, que está muy lejos de la imagen de playas masificadas y hordas de guiris pegando gritos por las calles en mitad de la noche borrachos hasta las cejas. Al lado de esa imagen, casi podría uno pensar que el turismo del Ampurdán es de calidad. Claro, todo puede ser peor… pero al lado de su “prima” la Toscana, es un turismo muy "inferior". Con perdón, y salvando las excepciones (recuerdo que yo mismo suelo veranear en el Ampurdán, que no se sienta nadie ofendido por decir esto).

Dos turismos muy distintos

¿Qué marca la diferencia? ¿Son los precios? En absoluto: hoy en día, no hay diferencias apreciables entre los precios italianos y los españoles, o por ir al detalle, entre Toscana y Ampurdán. Y si las hay, diría incluso que son a favor de la Toscana: por ejemplo, uno puede comer muy bien, con un buen chuletón a la brasa, vino, etc, por aprox. un 20% menos de lo que costaría en España; por el contrario, el alojamiento es quizás algo más caro; en conjunto, todo muy similar.

Es decir, la Toscana no selecciona turismo “de élite” con precios altos ni España busca a los estratos más bajos tirando los precios. Y sin embargo, el resultado es ése. ¿Por qué?

Antes de seguir, aclaremos: ¿qué quiero decir con turismo de nivel alto o bajo, en estos casos?

No estoy hablando para la Toscana de un turismo de nivel adquisitivo especialmente alto, igual que no hablo en el caso ampurdanés/español en general de un poder adquisitivo bajo (no podrían permitírselo); es más bien una cuestión cultural. Y, como consecuencia de ello, de la forma de comportarse… y de consumir.

También haré otra diferenciación: en el caso de la Toscana, me refiero al turismo que va expresamente a conocer la región, que se alojan por allí durante una temporadita para conocer la zona. Excluyo a los participantes en viajes organizados que desembarcan masivamente en Florencia y Pisa y se marchan al día siguiente, un turismo muy diferente, y más equiparable al nuestro de sol y playa. Igualmente, en el caso ampurdanés excluyo al turismo nacional (principalmente catalán) de interior, los cuatro gatos que visitan joyitas medievales como Pals o Peratallada, por mencionar los más conocidos, y me centro en el 95% por ciento restante, el turismo de sol y playa.

La diferencia, creo, está claramente en el enfoque que se hace al marketing de cada destino. Uno podría pensar que con ciudades como Florencia, Pisa o Siena, la Toscana no necesitaría ningún marketing. Error: ¿quién conocería el nombre de la región si no existiera esa publicidad, directa o indirecta, de la zona? ¿Quién pensaría en la Toscana como lugar idílico en el que tener una casita, como insinuaban recientemente en una publicidad en la radio, si no hubiera existido un esfuerzo prolongado en el tiempo por difundir esa imagen? En cambio, ¿qué imagen tenemos del Ampurdán? ¿Lo cualo? Repito: del Ampurdán. Es una zona de España, por ahí arriba a la derecha. Con playa, sí. Supongo que con esos datos, el turista potencial ya se irá haciendo una idea de que puede encontrar paella, sangría, cerveza, mucho sol y buenas playas. Aunque para el caso, igual podría estar hablando de cualquier otro sitio, pues estas reflexiones son extrapolables a nuestro país en general.

¿Qué tenemos como resultado de estas percepciones?

En la Toscana, turismo principalmente europeo y norteamericano de clase media-alta y nivel cultural medio-alto también. Gente educada que no eructa ni tira papeles al suelo, que respeta las obras de arte (alguno hasta las admira) e invierte su dinero de forma variada: en el alojamiento y comida “básica”, por supuesto, pero también en entradas a museos, en comprar productos típicos, en comer bien en algún buen restaurante, en llevarse unas botellitas de vino (a precios muy por encima de su nivel), etc.

En el Ampurdán (o resto de la geografía costera hispánica) tenemos al típico turista de clase media-baja (aunque su nivel adquisitivo suela ser superior al nuestro; cosas de nuestros “buenos” salarios), centrado en tostarse (enrojecerse) al sol con una cerveza en la mano, para luego ir al chiringuito y pedir una sangría con una paella o unas tapas (cada uno se come la suya, claro), que dejan los papeles y los botes de cerveza tirados en cualquier sitio, que vociferan a las tantas de la noche, y que no salen del entorno en el que están alojados, dejándose su dinero básicamente en el alojamiento y comida básica (en esto coinciden con el turista toscano, ya que ambos necesitan estos mínimos para vivir) y los extras los dedican a sangría y cerveza. A su país se llevarán como recuerdo quizás unas botellas de sangría (que sólo deben venderse en la costa) y alguna caja de licores… además de un bonito color encarnado.

¿Que me he centrado demasiado en los tópicos? Un poco, sin duda, pero no tanto. Supongo que hace falta ver el contraste, como lo he visto yo este año, al venir de la Toscana y quedarme en la costa española (aunque sea un caso no demasiado representativo, como es el Ampurdán, mucho menos masificado que otras zonas levantinas), para ser del todo consciente de las grandes diferencias.

Las causas de estas diferencias

Como ya he indicado, creo que el principal motivo de esta gran diferenciación en el tipo de turismo es la diferente gestión del marketing turístico que se hace en una y otra parte. Evidentemente, no vamos a obviar que la Toscana cuenta con puntos a favor contra los que es imposible competir, como son las ciudades de Florencia, Siena o Pisa, por nombrar las tres principales, pero ya digo que si sólo se tratase de esos tres núcleos de población, no estaríamos hablando de toda la Toscana como zona turística, como lo estamos haciendo; y repito que el resto de la Toscana no tiene más interés del que puedan tener otras zonas españolas (en este caso, por similitudes, el interior de la provincia de Gerona; no sólo el Ampurdán, sino que lo extendería también como mínimo a la vecina Garrotxa, con sus pueblos medievales; por otra parte, la Toscana es una región más amplia que toda Gerona, por lo que ampliarlo a toda la provincia es casi necesario para comparar con más propiedad).

A lo que iba: mientras la Toscana ha optado por venderse como lugar de interés global, destacando su patrimonio medieval, su patrimonio renacentista, sus paisajes, su gastronomía, su clima e incluso un concepto global de “buena vida”, en España hemos optado por lo fácil: vendemos sol y playa. Punto. Y eso, aunque en términos de ingresos haya funcionado hasta ahora, no debería bastar.

Quizás alguno piense que exagero, que también destacamos otros valores en nuestras ofertas turísticas. No lo creo. Sí, desde hace algunos años se ve alguna tímida referencia a otros destinos de interior, o a otros aspectos culturales; pero lo cierto es que la gran publicidad, sobre todo en el exterior, sigue dedicándose al sol y playa, siendo únicamente la oferta de gastronomía lo que de verdad empieza a impulsarse sobre lo anterior. El resto, sigue brillando por su ausencia.

El panorama es muy triste, porque no sólo es que no se le dé la publicidad adecuada a esos otros valores: ¡es que a menudo son incluso desconocidos por quienes deben publicitarlos! En concreto en el caso del Ampurdán, siempre nos costó muchísimo encontrar en las oficinas de turismo información sobre lugares de interés por el interior. ¡Y los hay por decenas! Ni figuraban en los folletos, ni los que te atendían tenían ni idea. Preguntabas por pueblecillos medievales, pueblos “bonitos”, más allá de Cadaqués, y te miraban con cara de haba… Bien es cierto que, como ya lo conocemos todo muy bien, no sé si esto habrá cambiado en la actualidad (hace muchos años que no pasamos por una oficina de turismo de la zona), pero era realmente muy triste. Muchos pueblos que en otros lugares se venderían como auténticas joyas, nosotros los descubrimos prácticamente por casualidad. Lógicamente, cuando deambulabas por ellos no encontrabas prácticamente ni un turista, y como consecuencia, ni un bar ni una tienda orientada al turismo. Ahora eso ha cambiado algo en los principales pueblos (Peratallada ha dado un salto enorme en ese sentido en pocos años), pero sigue habiendo otros que siguen sumidos en el desconocimiento. Y en cualquier caso, incluso los más conocidos son visitados prácticamente solo por turismo nacional. Lógico: al no publicitarse fuera, los turistas que podrían tener un interés cultural en ellos no acuden a España; y los que vienen buscando sol y playa ni se molestan una vez aquí en ver si realmente hay algo más; total, ya tienen lo que venían buscando.

Las consecuencias

Las consecuencias creo que son varias, e importantes. Es cierto que hasta ahora esta filosofía de ir a lo fácil y limitarnos a ofertar lo que nos da la naturaleza (sol y playa), ha funcionado: somos uno de los principales destinos turísticos a nivel mundial, y el turismo es una de las principales industrias nacionales. Pero, desde mi punto de vista, esto no basta.

Por una parte, si seguimos ligados a ese esquema corremos el riesgo de perder ese liderazgo a favor de países de bajo coste. España es hoy tan caro como cualquier país europeo o más, y sol y playa hay en muchos sitios, y en muchos, a bajo precio. Yo mismo, hace unos años, buscando sólo sol y playa, terminé yéndome a Túnez porque me salía más barato que quedarme en la península, incluyendo billete de avión (parece increíble, pero es totalmente cierto). Si los países del norte de África no nos han desbancado de ese primer puesto en el turismo de sol y playa hace tiempo es simplemente porque aún hay miedo a los conflictos, y cierto desconocimiento y rechazo en el europeo medio hacia lo que suene a árabe y musulmán. Pero el día que esto cambie, podemos llevarnos un susto importante. También el Caribe puede ser una importante competencia en este aspecto, y ahí lo que nos libra por ahora es el precio del billete de avión y las horas de viaje, que dificultan el desembarco masivo de muchos europeos que prefieren quedarse más cerca. Pero ya digo: competencia ya la hay, con calidades tan buenas o más como las que podemos ofrecer aquí y precios más bajos; y tarde o temprano esto se notará. Será doloroso.

Pero no es ésta la única razón de buscar un mayor contenido a nuestra oferta turística. Por supuesto, lo más claro es el hecho de que podríamos sencillamente aumentar el número global de visitantes y diversificar los destinos si publicitáramos adecuadamente otros valores turísticos, pero eso creo que es evidente y no profundizaré en ello. Pero además de esto, si orientamos el turismo hacia un sector de mayor nivel cultural (y de mayor poder adquisitivo, como beneficio asociado; recordemos que, al contrario de lo que ocurre en nuestro país, en lugares como Francia, Alemania o países nórdicos quien tiene mayor nivel cultural y, como consecuencia, trabajos de mayor nivel, tiene niveles salariales muy superiores a los que estamos acostumbrados por aquí), conseguiremos mayores ingresos. Sí, los que vienen ahora gastan lo suficiente para mantener los ingresos por turismo a un nivel muy bueno; pero los otros gastarían más. Mientras los que vienen ahora inundan los bares de playa, los otros acudirían en mayor medida a restaurantes de mayor nivel; gastarían no sólo en cervezas, sino también en entradas a museos, en alquiler de coches y gasolina para descubrir lugares de interés, o se instalarían en alojamientos de mayor nivel. No se limitarían a la sangría, sino que acudirían a visitar bodegas a catar buenos vinos, llevándose unas cajas bajo el brazo a la salida. Y así sucesivamente. Eso lo he visto en el turismo de mayor nivel que abunda en la Toscana. Aquí no.

Por último, pero no menos importante: si seguimos apostando por la situación actual, será difícil convencer a un turismo de mayor nivel de que España merece la pena. El espectáculo que dejan a su paso algunos de esos guiris de baja estofa es simplemente vergonzoso, y degrada el nivel del lugar en el que veranean. Un turismo de nivel como al que deberíamos aspirar no se va a sentir cómodo en medio de mareas de borrachos vociferantes o ante restos de papeles, vasos de plástico y cristales rotos. Y aunque es cierto que todos los ayuntamientos se esfuerzan en limpiar y arreglar rápidamente todos estos destrozos, porque son los primeros interesados en no cargarse la gallina de los huevos de oro, lo cierto es que se ve. Por muchas máquinas que pasen limpiando las playas, el espectáculo de basura abandonada a última hora de la tarde es penoso. Y aunque muchos españoles seguimos siendo tan irresponsables como para contribuir a ello, mi experiencia personal es que las zonas donde se acumula este turismo extranjero de bajo nivel quedan mucho más sucias que las playas con turismo más nacional.

Bueno, no me enrollo más, que ya lo he hecho bastante. Ahí queda mi reflexión. No sé si estaréis de acuerdo con ella, pero me gustaría leer vuestros comentarios al respecto.

P.D.: ¿echais de menos fotos que ilustren las similitudes comentadas? Tranquilos: el reportaje gráfico merece una entrada aparte ;-) 

20 de junio de 2013

[Libros... y más] Regular, gracias a dios – José Antonio Labordeta (2010)

Sinopsis:

En Regular, gracias a dios, José Antonio Labordeta recuerda su infancia durante la Guerra Civil, los años pasados en Teruel recién casado, su breve estancia parisina, sus vivencias como cantautor durante la Dictadura, la vida en Zaragoza y aquella experiencia maravillosa recorriendo España con una mochila al hombro. También reflexiona sin sentimentalismos sobre los días pasados y el cáncer que le ha postrado en esta etapa de su vida. Dejando de lado su actividad política –ya cubierta en su anterior libro, Memorias de un beduino en el Congreso de los Diputados–, Labordeta va hilvanando un retrato sentido y vital de los años pasados y sus amistades en un libro definitivo, escrito con una de sus hijas, y que aparece con motivo de su 75 cumpleaños.

Crítica: El adiós de un gran tipo
Este libro es una despedida. Una despedida de toda una vida, un repaso a los mejores recuerdos para intentar irse del mundo con un buen sabor de boca, y aprovechando al mismo tiempo para decir adiós a muchos amigos.

Cuando José Antonio Labordeta escribió este libro, sabía que le quedaba muy poco tiempo. Tenía un cáncer de próstata con metástasis, y sus condiciones físicas incluso le impedían ya salir de casa, a él, que se recorrió media España con su mochila a cuestas…

Pero no es un libro triste, aunque en alguna ocasión, al mencionar con amargura su sensación de impotencia ante esa degradación física que le hace sentirse un viejo inútil cercano a la tumba, se te pueda llegar a formar un pequeño nudo en la garganta. Pero no, es sólo un momento: el libro está lleno de buenos recuerdos y divertidas anécdotas, un repaso a toda la vida de este irrepetible personaje que fue Labordeta, desde su niñez en los años 30, hasta prácticamente su muerte, en septiembre de 2010 (el libro lo terminó pocos meses antes). Su infancia en la postguerra; su juventud como profesor; sus inicios en el mundo de la canción (donde siempre se consideró un aficionado) y en la resistencia al franquismo en la clandestinidad; la grabación para RTVE de su programa de viajes “Un país en la mochila”; sus experiencias como político atípico…. En fin, tantas y tantas vivencias de un gran tipo que nunca supo estarse quieto, y que siempre fue una persona comprometida y honesta, contado en un relato en el que se mezclan retazos de humor y de melancolía. Los recuerdos de una persona tremendamente vital, cuya vida ya toca a su fin.

Como imaginaréis, éste es un libro “pequeño”, de esos de los que uno no debe esperar grandes cosas, más allá de pasar un rato agradable con las memorias de un gran tipo, un tío campechano, majo y que caía bien a todo el mundo (bueno, casi; en alguna entrevista confesaba que Rajoy y Aznar ni siquiera le saludaban en el Congreso). En ese sentido, es un libro que recomiendo a aquellos a quienes Labordeta les caía bien… o a quienes, sin saber mucho de él, creen que un profesor de instituto metido a cantautor comprometido con la lucha por la libertad, y posterior tocapelotas de gran parte de los apoltronados del estamento político, podría caerle bien. Pero no sólo a ellos: también puede ser una lectura agradable para quien quiera tener una visión superficial pero muy cotidiana de lo que han sido los últimos 70 años de la historia de nuestro país; porque leer este libro es como escuchar las batallitas de un abuelete cachondo y casi diría que envidiable por su forma de encarar la vida. Es un libro agradable, ameno y cortito. Y muy humano.

Me caía bien Labordeta. Me cayó bien desde que le conocí, siendo un jovenzuelo, a finales de los 80 en un concierto en la Plaza Mayor de Madrid, en las fiestas de San Isidro (en la época en la que Tierno Galván las había sacado de la cutrez a la que poco a poco han ido volviendo), cuando su “Canto a la Libertad” seguía poniéndonos los pelos de punta incluso a los que no habíamos vivido la lucha contra el franquismo por ser unos críos entonces. Me seguía cayendo bien cuando le vi en televisión con su mochila, charlando con su acento maño y su tono campechano con tantos personajes curiosos a lo largo y ancho de la geografía española. Me cayó aún mejor cuando leí sus “Memorias de un beduino en el Congreso de los Diputados”, con su ácida crítica a toda la farsa y la caradura ocultas bajo la palabra “política”. Y, como no podía ser de otra forma, se ha corroborado mi simpatía hacia él tras leer este libro.

No es nada del otro mundo, está claro. Pero me ha gustado leerlo. No le conocí, pero es una de esas personas que parece que siempre te resultan cercanas, y con esa cercanía he leído sobre su vida en este libro. Si en base a eso os merece la pena leerlo o no… juzgad vosotros mismos.

Un pequeño homenaje:

Y, para terminar, permitidme dejar aquí unas pequeñas muestras de homenaje a un gran hombre, cantante, profesor, político y poeta:

Canto a la libertad. Su canción más mítica. Esa cuyo estribillo, incluso ya con una democracia asentada, muchos seguíamos entonando cogidos con los brazos en alto y a voz en grito; porque siempre habrá que seguir cantando a la libertad.

A la mierdaSu famosa reacción de hartazgo ante esa chusma de impresentables que una y otra vez le insultaban y se reían de él mientras utilizaba su turno en la tribuna del Congreso de los Diputados. (No se oye en el vídeo, pero los gritos eran de “cántanos algo”, “dónde te has dejado la mochila”, “cantautor de las narices”…) Con sus burlas, esa gentuza vociferante estaba insultando a los miles y miles de ciudadanos que Labordeta, elegido democráticamente en las urnas, representaba. Su reacción no sólo representó a esos miles: creo poder decir que en aquel momento Labordeta nos representaba a millones de españoles asqueados de tanta necedad y prepotencia.




Albada. Una muestra del eterno compromiso con su tierra. Aunque uno no sea aragonés, y aunque a priori no se sea un gran amante de los ritmos folclóricos, lo cierto es que esta canción estremece.


Banderas rotas. Labordeta nunca fue un gran cantante; él mismo se definía como aficionado, cantante de fin de semana. Pero sí era un gran poeta. La letra de esta canción es un buen ejemplo, y el vídeo, otro pequeño homenaje de tantos y tantos que sintieron su pérdida.



Meditaciones de Severino el Sordo. Humor rural, de mucho antes de “El Koala” y su corral... pero con una irónica crítica de fondo.



Panegírico en la prensa. Uno de los muchos que inundaron la prensa española a su muerte. En éste se hace también una reseña sobre este mismo libro del que hablábamos aquí.

29 de mayo de 2013

[Libros] Las torturas mentales de la CIA – Gordon Thomas (2001)

Empecé este libro con cierto recelo, por lo sensacionalista del título; por un lado, el propio título ya creaba interés, pero por otro, podría encontrarme con algún panfleto de alto sensacionalismo y escasa credibilidad. Sin embargo, en cuanto empecé a leerlo me llevé una sorpresa muy agradable: se trata de un libro muy bien escrito, muy ameno y muy interesante. Por si fuera poco, su autor es un periodista inglés (bueno, galés ;-) muy reconocido y con larga experiencia en asuntos de política internacional en general, y servicios secretos en particular. Y para terminar de poner la guinda, el libro está basado en las confidencias que le hizo un íntimo amigo suyo que era un agente de la CIA (ya fallecido, lo que le da libertad para escribir las confidencias que le hizo) con un amplio historial operativo: William Buckley.

Sinopsis:
En este libro, Gordon Thomas, autor también de "Mossad. La historia secreta", ha realizado una cruda denuncia del uso de la psiquiatría en el espionaje y, en concreto, del papel de los expertos de la CIA que en épocas recientes se vieron envueltos en un programa de investigación en el área de la tortura psicológica a través de la aplicación de métodos tan terribles como el lavado de cerebro, las lobotomías, los electroshocks, el control mental, el aislamiento y otros tormentos inhumanos y degradantes.
Las torturas mentales de la CIA nos da a conocer de primera mano un testimonio escalofriante a través de unos protagonistas reales, reputados psiquiatras inmersos en el programa más siniestro jamás creado por un gobierno, sus víctimas y los agentes que lo hicieron posible.
Ésta es también la increíble historia real de William Buckley, un agente de esta organización especialmente preparado para coordinar dichos experimentos psíquicos, y de cómo fue asesinado mediante la aplicación de tales métodos. A lo largo de las páginas de este libro-denuncia se vierten las duras acusaciones del autor a la CIA por el empleo de prostitutas y enfermos mentales en las investigaciones, y por el asesinato de una serie de personas después de haberlas utilizado como conejillos de Indias, al tiempo que se relatan los experimentos de la CIA con prisioneros del Vietcong en Vietnam y se revela cómo este tipo de pruebas se llevan a cabo todavía en lugares secretos de Israel y China.

 Crítica: Apasionante, sorprendente, revelador, duro… y necesario

El libro se lee casi como una novela, lo cual ya es un gran punto a favor. Hay partes dialogadas, escenificación de situaciones, etc. Nada que ver con un ensayo típico, parece una novela de espías, solo que real. Buckley es el protagonista, como fuente de su contenido. Pero en realidad está principalmente dedicado a denunciar los métodos del Dr. Sidney Gottlieb, un médico con una elevada posición en la CIA que desarrolló métodos de tortura que poco lo diferencian de personajes como Josef Mengele. Los métodos de Gottlieb fueron finalmente expuestos a la luz y el escándalo rodeó a la Agencia Central de Inteligencia durante unos años; pero aquí no hubo juicios de Nürenberg, y Gottlieb terminó años después muriendo plácidamente en su cama.

En este libro conoceremos esta historia como en una interesante película de política y espionaje, sólo que sabiendo que es real. En realidad, tomando como hilo conductor la vida del agente Buckley, el texto hace un sorprendente y revelador recorrido por más de 30 años de la historia de la agencia de inteligencia norteamericana, entre los años 50 y finales de los 80. Y aunque el programa de control mental establecido bajo el apelativo de MK-ULTRA ocupa la mayor parte de la atención, conoceremos también otras actividades de la CIA a lo largo de su historia, en medio de situaciones como las guerras de Corea o Vietnam, el fiasco de Bahía de Cochinos en Cuba, el asesinato de Kennedy, el caso Watergate o las actividades en Oriente Medio, entre muchos otros.

El texto se mueve siempre entre extremos: de los artilugios propios de una película de James Bond, como los maletines con un incinerador incorporado que volatiliza la información contenida en ellos si no se abren siguiendo una pauta determinada, hasta los proyectos más absurdos o extravagantes, más dignos de una parodia hollywoodiense, como los realizados con videntes o invocadores del diablo, o pretendiendo sublevar a la población de países comunistas introduciendo dentífricos con olor a diarrea. Increíble, pero cierto; como suele decirse, la realidad supera a la ficción más imaginativa. Pero entre todo ello, asesinatos y torturas apoyadas por un estado democrático; programas de experimentación con seres humanos, desde los que utilizaban elementos “prescindibles” (agentes enemigos capturados, prisioneros de guerra…) hasta los realizados subrepticiamente con la propia población civil norteamericana o canadiense. Actitudes, como decía al principio, que no se diferencian de los programas de experimentación nazis con judíos, pero realizados por los Estados Unidos en la actualidad. Y actividades que, según denuncian organismos internacionales, siguen realizándose en numerosos países del mundo. De hecho, las escasas filtraciones que se han obtenido del trato a los prisioneros de Guantánamo o de asuntos como el de Abu Graib parecen revelar que probablemente los mismos Estados Unidos mantienen en la actualidad algunas de las prácticas denunciadas en este libro, seguramente junto con otras que se hayan ido desarrollando en las últimas décadas.

La rigurosidad del libro está garantizada: decenas de referencias, de entrevistas a los protagonistas de la historia, de resultados de investigaciones oficiales (gran parte de los asuntos narrados en el libro terminaron saliendo a la luz en los Estados Unidos, provocando una investigación pública), y, sobre todo, las confidencias de un agente como William Buckley, íntimo amigo del escritor, dan solidez al texto. Saber que lo que leemos es rigurosamente cierto crea una mezcla de estupor, incredulidad y puro asco. Entre la extrema sordidez y el más chabacano absurdo, las actividades de la CIA reveladas en este libro sólo pueden expresarse con unos adjetivos de lo más tópicos, pero totalmente aplicables: increíble, pero cierto.

Recomiendo este libro a todo el mundo. Primero, porque no me cansaré de decir que estas cosas hay que conocerlas; las vulneraciones de los derechos humanos, los abusos que realizan gobiernos democráticos en nuestro nombre y con nuestros impuestos, deben ser conocidos por todos. Pero es que, además, el libro resulta a la vez interesante, divertido y… sí, duro, muy duro en algunos fragmentos (no tantos, ya que no se abusa en absoluto de este recurso fácil), pero necesario. Para colmo,  el estilo del autor resulta por lo general muy ameno, y salvo alguna parte relativa a la experimentación mental que resulta algo más pesada, se lee con interés y agilidad. En resumen: muy recomendable, a poco que tengáis interés en conocer algunos de los secretos más turbios del espionaje, la política internacional… y el desprecio por los derechos humanos.

Nota personal: 8,5