Creía estar
curado de espanto, pero en ocasiones aún no dejo de sorprenderme del nivel de
incultura y absurda superstición que aún abunda entre gran número de personas
de nuestra sociedad. Y no hablo precisamente de los estamentos más bajos, que
puedan tener un nivel cultural más pobre…
Leo hoy por casualidad que una presentadora de RTVE,
Mariló Montero, manifestaba ayer en antena su angustia ante la posibilidad de
pensar que los órganos de un asesino que se suicidó al ser rodeado por la
policía pudieran ser utilizados para trasplantes. Y es que, según ella, “nunca
se sabe si ese alma está también transplantada en ese órgano”. Toma ya.
Ahora resulta que
si te trasplantan el corazón, el hígado o el riñón de un asesino, a lo mejor
empiezas a ir matando gente por ahí. O por lo menos le pones la zancadilla a
las viejecitas mientras cruzan la calle, o algo… En fin, supongo que no es tan
raro, si otros piensan que tener cerca algún trozo reseco del cadáver de
alguien a quien hayan declarado santo, les va a beneficiar en algo… Supongo que
son dos caras de la misma moneda. Absurda superstición que parece increíble que
pueda aún tener cabida en nuestra sociedad.
No sé, a lo mejor
si de esta presentadora dependiera, para poder donar órganos habría que
presentar un certificado de buena conducta, o una declaración del cura de tu
parroquia diciendo que eres “buena persona”. La verdad, cuando hay tantas
personas cuya vida o muerte depende de una donación, declaraciones como la de
esta mujer me parece que ya pasan de la estupidez para caer en la inmoralidad.
No lo puedo evitar, los niveles de estupidez en los que estamos inmersos todavía no dejan de sorprenderme.
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