21 de septiembre de 2012

[Libros] Trilogía de Escipión – Santiago Posteguillo (2008-2009)

Obra compuesta por tres volúmenes:

Africanus, el hijo del cónsul 
Las legiones malditas 
La traición de Roma 

Sinopsis:

A finales del siglo III a. C., Roma se encontraba al borde de la destrucción total, a punto de ser aniquilada por los ejércitos cartagineses al mando de uno de los mejores estrategas militares de todos los tiempos: Aníbal. Su alianza con Filipo V de Macedonia, que pretendía la aniquilación de Roma como Estado y el reparto del mundo conocido entre las potencias de Cartago y Macedonia, constituía una fuerza imparable que, de haber conseguido sus objetivos, habría determinado para siempre el devenir de Occidente. Pero el azar y la fortuna intervinieron para que las cosas fueran de otro modo. Pocos años antes del estallido del más cruento conflicto bélico que se hubiera vivido en Roma, nació un niño que estaba destinado a cambiar el curso de la historia: Publio Cornelio Escipión. 

Crítica personal: De lo mejor que he leído en muchos años 

Magistral. Sublime. No encuentro adjetivos… Uno de los libros (entendiendo toda la trilogía como uno, porque realmente los veo así) que más me han apasionado en muchos, muchos años. 

Probablemente no sea una obra maestra de la literatura, probablemente su autor no es ningún genio de las letras… pero ha sabido hacer una obra a la vez rigurosa, tremendamente amena y adictiva, y con la que además sientes que aprendes algo en cada página. Una obra magnífica. 

Con la trilogía de Escipión, te sientes trasladado a la Roma republicana. No es un tópico: es la pura verdad. Te parece estar andando por sus callejuelas, respirando el hedor de la cloaca máxima o combatiendo con tu pillum junto a los vélites y los hastati en las legiones. Incluso aprendes latín sin darte cuenta, y pronto expresiones como entrar en tu domus para tomar un vaso de mulsum reclinado en el triclinium, o mojar tu stylus en attramentum para escribir en unas schedae, te parecen de lo más normal. Asistes a las sesiones del senado, te metes en los entresijos y maquinaciones de la política, te emocionas o te indignas con los discursos de unas y otras facciones, y asistes también emocionado a los orígenes del teatro romano, mientras, de pie entre el público (aún no hay ni sillas –o sellae-) compartes las carcajadas en el estreno de una obra de Plauto. Y asaltas ciudades, te ves arrollado por una carga de la caballería númida, o contemplas aterrorizado cómo se aproximan a toda velocidad sobre ti los elefantes de Aníbal. Sufres con ellos, te alegras con ellos o te entristeces con ellos. Cómo decirlo… realmente VIVES el libro. 

Esto no es una biografía de Publio Cornelio Escipión, el Africano. Tampoco es una biografía de Aníbal, ni un relato de la vida en la Roma republicana, ni un libro de batallas, ni una novela de aventuras. Y, al mismo tiempo, es todo eso, y más. Mucho más. Es una obra apasionante, con una multitud de personajes en los que a menudo es difícil hablar de un único protagonista, porque todos tienen un papel relevante y, lo que es aún más importante y más difícil, casi todos aparecen revestidos de un carisma tan tremendo, que te atrapan sin remedio. ¿Se nota que me ha gustado el libro? No: me ha encantado. 

Como decía al principio, cuando hablo de “este libro” no me refiero sólo a uno, sino a los tres. Es cierto que, aunque conviene leerlos en orden, se puede abandonar la lectura al final de cada uno de ellos, porque todos terminan con el cierre de algún episodio importante. Pero si te atrapa como a mí la historia que se cuenta en ellos y la magistral forma de contarla que tiene su autor, no podrás abandonar la lectura hasta la última página del tercer libro. Al menos, así me pasó a mí: tres libros de más de 800 páginas cada uno en papel, que me leí uno tras otro sin descanso, y buscando el más pequeño rato libre para volver a la lectura.

Y no podría decir que uno de los volúmenes sea mejor que otro: los tres son complementarios, y los tres magníficos. El primer libro narra la expansión de Cartago, primeramente en la península ibérica para terminar con Aníbal amenazando las mismas puertas de Roma, la cual sufre una derrota tras otra hasta que Publio Cornelio Escipión, aún un jovenzuelo, consigue ponerse al mando de unas legiones y empieza a darle la vuelta a la situación con la conquista de Cartago Nova (Cartagena). En el segundo, la situación se invierte: Escipión lleva la guerra a Africa, y Aníbal tiene que empezar a combatir a la defensiva, hasta la increíble batalla final de Zama, donde Escipión desarrolla una estrategia realmente genial para enfrentarse a los invencibles elefantes del cartaginés. El tercer libro, quizás más político, nos cuenta el después de la derrota de Cartago; la carrera política de Escipión en Roma y el exilio de Aníbal, que sigue usando su genio militar como asesor de otros reinos en Oriente Próximo. La muerte de ambos, Aníbal y Escipión, cierra la trilogía. Pero este esquema puramente histórico dice muy poco de lo que realmente hay en los tres libros: forma de vida, cultura, amistades y odios, amores e intrigas políticas, batallas y fiestas… 

¿Significa todo esto que es un libro perfecto? Por supuesto que no; puestos a sacar pegas, puede tener en ocasiones algún defectillo de estilo, alguna muletilla utilizada más de la cuenta, cosas así… Pero sus virtudes son tantas y tan grandes que eclipsan sus posibles pequeños defectos hasta hacerlos despreciables. 

En fin, sólo os digo una cosa más: animaros a empezar el primero, y si no os gusta, siempre podréis dejarlo. Pero dudo mucho que podáis hacerlo… 

 Nota personal: 10/10

11 de septiembre de 2012

Mentiras y más mentiras


Hace un mes a lo mejor me lo habría creído. De eso se aprovechan: de que apenas hay información veraz alternativa, y de tanto repetir algo, todo el mundo acaba por creerlo. En este último mes, he leído un par de libros sobre la crisis económica que me han abierto los ojos y me han indignado muchísimo (próximamente hablaré de ellos en otra entrada). El caso es que, aunque antes algo intuía, ahora sé que gran parte del mensaje reiterativo que recibimos es falso; que es falso que sólo haya una vía para salir de la crisis y que ésta pase por jodernos a todos los ciudadanos; que es falso que estemos “pagando los pecados de una vida anterior disoluta”; que es falsa esta opción que nos plantean de “susto o muerte”. Mentiras y más mentiras.
Ayer volví a indignarme al escuchar de nuevo estas mentiras de boca de Rajoy en su entrevista en TVE. Mentiras, y utilizo esta palabra sin cortarme, porque acepto que uno puede estar equivocado en su forma de enfocar la solución a una crisis, y que puede que ahí no haya verdades absolutas; pero cuando se falsean las razones que nos han llevado a dicha crisis, eso es MENTIR. Con todas las letras.
Ayer oí a nuestro presidente repetir el mantra de los últimos tiempos: lo que nos pasa es porque hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, porque hemos gastado lo que no teníamos. Eso nos ha endeudado hasta las cejas y ahora todos tenemos que apretarnos el cinturón para salir de ese agujero. Rajoy usó ayer todas esas palabras de forma prácticamente literal.
Eso es MENTIRA. ¿Quién ha vivido por encima de sus posibilidades? ¿Quién ha gastado lo que no tenía? ¿Alguno de vosotros lo ha hecho? Os aseguro que yo no. Ah, que hablamos del gobierno anterior… claro, la excusa de siempre… echamos la culpa a otros, nos excusamos en que su mala gestión ha provocado que ahora no tengamos más remedio que tomar estas medidas tan impopulares, etc. Nos sacudimos el muerto de encima.
Como decía, hace un mes no habría tenido argumentos para no creerlo. De eso se valen. Por eso debemos informarnos todos, por eso me alegro de haber leído esos libros de los que hablaré en otra ocasión. Copio las palabras literales de Paul Krugman, economista norteamericano y Premio Nobel de Economía, muy crítico con las razones que han llevado a la crisis y las medidas que se están tomando para enfrentarse a ella; Krugman habla de esa falacia de que los países del sur de Europa tengan lo que se han buscado (las negritas son mías):

Europa también tiene su propia narración distorsionada, un relato falso de las causas de la crisis que no solo interfiere en el camino de las soluciones reales sino que, de hecho, termina llevando a políticas que solo empeoran la situación.
(…)
He aquí, pues, el Gran Engaño europeo: la creencia de que la crisis europea se debe ante todo a la irresponsabilidad fiscal. Los países incurren en déficits presupuestarios excesivos —nos dice el cuento— y se endeudan en exceso; por lo que, ahora, lo importante es establecer unas normas que impidan que la historia se vuelva a repetir.
(…)
España también tenía superávit presupuestario y una deuda baja. (…) En la figura adjunta se indica la deuda como porcentaje del PIB para un país «promedio» de entre los países que ahora están en crisis: un promedio, ponderado en función del PIB, de las proporciones de deuda/PIB en los cinco países GIPSI (recordemos: Grecia, Irlanda, Portugal, España e Italia). Hasta 2007 inclusive, este promedio descendía de forma sostenida; o sea que, en lugar de transmitir una imagen de derrochadores, parecía que el grupo de los GIPSI, con el tiempo, mejoraría su situación fiscal. La deuda se disparó solo tras la llegada de la crisis.
Pero muchos europeos en puestos clave —sobre todo destacados políticos y funcionarios alemanes, aunque también los dirigentes del Banco Central Europeo y líderes de opinión de todo el mundo de las finanzas y la banca— están totalmente comprometidos con el Gran Engaño y ninguna prueba esgrimida en su contra les afectará. En consecuencia, el problema de hacer frente a esta crisis suele formularse en términos morales: los países tienen problemas porque han pecado, y ahora tienen que redimirse a través del sufrimiento.
Y este enfoque es funesto, a la hora de abordar los problemas reales a los que se enfrenta Europa.
(…)
En gran medida, esta crisis fiscal es un producto derivado del estallido de las burbujas y el descontrol de los costes. Cuando estalló la crisis, el déficit se puso por las nubes; y la deuda también aumentó mucho de golpe cuando los países con problemas actuaron para rescatar sus sistemas bancarios.”

Es decir, NO estamos pagando nuestros pecados (que también los hubo, pero desde luego no fueron nuestros, de los ciudadanos de a pie); la deuda y el déficit no fueron la causa de la crisis, sino que se dispararon COMO CONSECUENCIA de la crisis, y en gran medida debido a las ayudas a la banca, verdadera causante, con sus irresponsables y ambiciosas actuaciones en los últimos años, de esta situación que ahora estamos sufriendo quienes menos culpa tenemos.

Un poco más de detalle, extraído de otro libro, muy inferior desde mi punto de vista al de Krugman, pero que particulariza mucho más en la situación española:

Y, por si faltaba algo, el estallido de la deuda soberana
Como otros países, España hizo un gran esfuerzo presupuestario para hacer frente a la crisis, para ayudar a los bancos y para financiar un ambicioso plan de apoyo. Pero, como la crisis mermaba los ingresos públicos, resultó que en muy poco tiempo se multiplicó el déficit público y aumentó la deuda del Estado.
A diferencia de lo que ocurrió en Estados Unidos, el Banco Central Europeo decidió que no financiaría a los gobiernos (…) y eso los obligó a ponerse en manos de los "mercados" (en realidad, de los bancos y de los grandes grupos inversores que compran su deuda). Éstos aprovecharon la ocasión para extorsionarlos e imponerles reformas que las patronales venían reclamando desde hacía años: en el mercado de trabajo, en el sistema de pensiones y poco a poco privatizando servicios públicos.
Ninguna de estas reformas tiene relación con el origen de la crisis, forma parte de las mentiras con que se le ha dado respuesta pero lo que han producido, en lugar de mejorar la situación económica, es su empeoramiento, lo que dificulta aún más la creación de empleo y provoca un nuevo problema a la economía española que puede terminar siendo intervenida, como la griega, la irlandesa o la portuguesa para "rescatarla", aunque eso en realidad significa rescatar a los bancos para que puedan pagar a sus acreedores alemanes o franceses.

Así que no, señor Rajoy: no me meta a mí en el saco cuando dice que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades o que hemos gastado lo que no teníamos. Ha sido el estallido de las grandes burbujas financiera e inmobiliaria lo que ha movido al estado a ayudar con miles de millones a la banca, endeudándose hasta las cejas en el proceso (y agravado por la caída de ingresos provocada por la propia crisis). Le aseguro que ni yo, ni los que me rodean, hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. Basta ya de mentiras.

10 de septiembre de 2012

Asuntos propios


Se llamaba casi como este blog; bueno, en realidad se llama, porque sigue existiendo… pero ya no es lo mismo. Ni muchísimo menos.
Me refiero al programa de la tarde de RNE, el que escuchaba en el coche camino de casa, al salir del trabajo. El de “Toni y Tom“ (léase “tonitom”), de Toni Garrido y su compañero “el sueco”, Tom Kallene. Un programa fresco, sin pelos en la legua, en el que daban caña (y mucha) a todo el que se les pusiera por delante. El único sitio donde día tras día escuchaba verdades como puños sobre la crisis, los que nos metieron en ella y los que no son capaces de sacarnos. Un programa que no se casaba con nadie, independiente y plural. Se veía venir que no podía durar: ya se lo han cargado. El programa sigue, pero Toni Garrido, su líder, ha sido despedido. Con él han caído otros muchos colaboradores externos, como “el sueco”.
No ha sido el único: también se han cargado “Los desayunos de TVE”, el programa de la periodista más valiente y agresiva de nuestro país, la que no aceptaba las evasivas en las respuestas, la que hacía preguntas incómodas a políticos tanto de IU como del PP, la que entrevistó a Ahmadineyad con momentos de elevada tensión… Ana Pastor, por supuesto, la periodista temida por nuestros representantes públicos. También se la han cargado.
El tercero era el que escuchaba en mi otro viaje hacia el trabajo, por la mañana temprano, también en RNE: Juan Ramón Lucas, con su programa “En días como hoy”. Otro gran periodista, no tan cañero como los anteriores, pero sí comprometido con el servicio público y capaz de hacer amena y accesible a cualquier público la noticia más árida y compleja. Demasiada independencia.
Cinco años ha durado lo que prácticamente todo el mundo, en todos los ámbitos, ha calificado como el periodo de más libertad, independencia y calidad en la radiotelevisión pública española. Años llenos de premios a nivel nacional e internacional, y con la respuesta aprobadora del público subiendo los índices de audiencia de los informativos hasta el primer puesto del panorama nacional, muy por delante de sus competidores. Unos años en los que la radiotelevisión pública española ha sido comparada a nivel de iguales con la BBC, ejemplo por antonomasia de radiotelevisión pública independiente.
El nuevo director de RTVE (elegido tras una reforma por decreto-ley para permitir que sea elegido simplemente por mayoría, sin la necesidad de consenso político requerida por la aprobación por los dos tercios del Congreso, vigente en la etapa anterior), ha esperado unos meses para aprovechar el despiste de las vacaciones de verano: la mejor radiotelevisión de nuestra historia se la han cargado. RIP.

(Foto: de izquierda a derecha, Toni Garrido, Juan Ramón Lucas, Jordi Évole y Ana Pastor)

Puesta en contexto: mi Kindle y yo


(Oh, qué bonito… mi Kindle y yo… qué tierno…)
Hace dos años, yo era un poco escéptico con esto del libro electrónico; supongo que tenía las dudas típicas del que no lo ha probado: ¿cómo sería eso de leer en una pantalla? ¿de no tener el papel entre las manos, de no sentir las hojas al pasar, de no posar tus ojos sobre la tinta impresa en el papel…? (mejor me dejo de poesía, no es lo mío…) Y aparte de eso, la duda fundamental: ¿y qué se puede leer en un trasto de esos? Porque hace dos años, oferta de libros electrónicos modernos en castellano había poca, muy poca; y leer los clásicos está bien un rato, pero Góngora, Quevedo y Cervantes, por buenos que sean, a mí me terminan cansando (uno es así). Sí, sabía que en “la oferta alternativa” había cosas, pero ¿tanto como para justificar la compra? (hace dos años un cacharro de estos aún costaba una pasta… unos 300 euracos…)
El caso es que, aunque aún muy minoritarios, estos cacharros comenzaban un lento despegue. Y me planteé comprarle uno a mi mujer para su cumpleaños (lo que, dada la imaginación que tiene uno para estas cosas, me solucionaba un problema). Así que comencé a investigar…
Lo primero que vi fue que la “oferta alternativa” era mucho mejor de lo esperado. ¿Qué digo mejor? ¡Era cojonuda! (perdón, perdón… ya avisé que este blog no era apto para todos los públicos…). Vi que había centenares de libros “apetitosos” al alcance de un par de clics de ratón… (inocente de mí…. En realidad había miles…). Por ese lado, no parecía haber problema de suministro… (¿escrúpulos? Luego hablaremos de eso…)
Luego vino el buscar el cacharro. Por principios (manías…) me autoimpuse no pagar más de 200 € por un trasto de estos. Más me parecía una pasada para un aparato que no hace más que mostrar texto. Y no creáis, que en ese momento no era fácil bajar de esa frontera; de hecho, creo que en España no había ni uno…
No me enrollaré mucho, pero el caso es que justo por entonces, mientras me empapaba de modelos a la venta y datos técnicos, Amazon anunció la próxima salida de su nuevo Kindle (la tercera generación), a un precio imbatible (169 $, creo…). Y las características parecían de lo mejorcito… No me lo pensé, y en julio o agosto de 2010 me apunté en la lista de espera para recibir uno de los primeros cuando saliera a la venta (el 27 de agosto; el cumple de mi mujer es en septiembre). Con su fundita y todo me salía puesto en casa por 180€. Un chollo en ese momento…
Me llegó el libro, se lo regalé a mi mujer… y se me empezó a caer la baba. Era una gozada: se leía como el papel, no pesaba nada, no ocupaba, y tenía toda una biblioteca a mi disposición. Total, que en Reyes yo ya tenía otro (¡y la espera se me hizo eterna…!).
Desde entonces, no he parado de leer. De hecho, creo que fue una de las razones por las que fui abandonando el blog. Siempre me había gustado la lectura, pero desde la época del instituto no había leído tanto. El hecho de tener miles de libros disponibles hacía que no parase de tener títulos atractivos pendientes. Y el hecho de empezar a frecuentar foros de lectura y demás (en el proceso de búsqueda de los libros) hizo que cada vez aumentase más mi lista de espera, por las recomendaciones que iba leyendo aquí y allá. Antes, después de cenar mi mujer y yo solíamos ver alguna serie o alguna película; desde que tuvimos el Kindle, casi siempre leíamos.
¿Qué ha cambiado? ¿Es porque ahora los libros son “gratis”? En absoluto. Siempre he sido un buen lector, pero la verdad es que nunca he sido un gran comprador de libros; siempre he comprado lo que me apetecía conservar por alguna razón, pero nunca había encontrado mucho sentido a llenar la casa de papel que leía una vez y arrinconaba por años. Los libros de entretenimiento, quizás el 90% de mis lecturas ajenas al trabajo, siempre los he sacado de la biblioteca, de la que habitualmente he sido un buen “cliente”. Pero ahora tenía la biblioteca en casa. Miento: en poco tiempo tenía en casa más títulos que en la biblioteca de mi barrio. Y sin tener que desplazarme del sillón. Parece una tontería, pero eso marcó la diferencia.
Mi nivel de lectura se disparó. Y me culturicé: por alguna razón, disponer de grandes obras maestras entre esos miles de títulos me animó a leer por ejemplo a Dostoievskiy, con quien nunca me había atrevido. O a intercalar libros de historia o ensayo, que no sólo de novela vive el hombre. Por supuesto, todo aderezado con novelillas más ligeras… Pero la verdad es que lo de “tenerlo todo” te anima a querer “leerlo todo”. Es un vicio.
Por eso no tengo remordimientos. ¿Que me bajo los libros de internet? Sí. Y antes los sacaba de la biblioteca. No pagaba antes, y no pago ahora, salvo excepciones (alguno sigo comprando, igual que antes). Es más, incluso estaría dispuesto a pagar una tarifa plana por tener acceso a una biblioteca online, aunque la biblioteca física era gratis. Pero por ahora nadie se ha decidido a hacer algo así en nuestro país (en USA sí; allí se pueden sacar libros electrónicos de las bibliotecas públicas, o leértelos de Amazon con una asequible tarifa plana que incluye películas). Ellos se lo pierden.
Sé que todo esto es problemático… Yo he sido autorde 5 libros, aunque nunca haya vivido de ello, así que algo conozco el tema. Sé que sin remunerar a los autores, los libros pueden acabarse (no del todo, los noveles siempre estarán dispuestos a publicar gratis; pero ese “ansia” luego se pasa, justo cuando aprendes a hacerlo…). El tema es complicado. Pero yo no me siento culpable; para mí, simplemente ahora tengo acceso a la biblioteca desde casa. Si se hubieran espabilado para hacerlo bien (que de verdad yo accediera a una biblioteca online), Cedro pagaría una cantidad a cada autor cada vez que leo un libro suyo, como pasa con las bibliotecas físicas… Pero en fin, este tema daría para mucho debate y el caso es que esta entrada no iba de eso.
Va de que ahora leo mucho más. Y muy variado. Y en este blog iré colgando reseñas de lo que voy leyendo (no necesariamente de todo, pero sí al menos de lo que más me impacte, por lo bueno o por lo malo). Supongo que al principio quizás colgaré bastantes de estas reseñas seguidas, porque iré rescatando las que he ido poniendo aquí y allá (en foros y demás sitios) a lo largo de estos dos últimos años. Mientras me dure el entusiasmo con el Kindle y mi biblioteca en casa (y tras dos años, aún me dura), creo que la crítica literaria de andar por casa ocupará una buena porción de este blog. Que ustedes lo disfruten (o lo sufran…)

Aclaración: Todo es matizable… cuando digo que leo mucho, y después me comparo con lectores compulsivos, resulta que leo poquísimo… Para vuestra información, mi media actual desde que tengo el Kindle es de algo menos de un libro por semana, unos 40 al año. Para algunos es muy poco… pero el tiempo libre no me da para más, ¡ya quisiera!

Queda inaugurado este blog

Cosas mías es el blog alternativo de Javier Casado, un madrileño normal y corriente que tras unos años de mantener un blog de temática espacial ha decidido dar escape a sus otras neuras, aficiones, intereses o chorradas en un espacio aparte, para “no manchar”. Aquí habrá de todo, con toda la “incorrección política” que sea necesaria; creo que inicialmente lo que más peso tendrá serán las reseñas literarias, porque desde que me hice con un Kindle hace un par de años estoy leyendo más (y más variado) que en décadas, y porque la mayoría de esas reseñas ya las he colgado en foros de lectura o en Anobii, así que el copia-pega me cuesta poco y hago bulto :-) Pero no sólo de libros vive el hombre (ni la mujer; ni el niño; ni la niña; ni… bueno, ya, que lo de ser políticamente correcto no va con este blog), así que también habrá un poco más de todo. ¿De qué? Pues de todo… o de casi nada…. Yo qué sé… de lo que me apetezca hablar en un momento dado. Que no lo sé ni yo. Sí, ya veo que estáis saliendo huyendo, menudas expectativas de calidad estoy generando, ¿eh? El que avisa no es traidor… Este blog es un experimento y ni yo sé lo que saldrá de aquí. Si alguien se anima a arriesgarse, será bienvenido. Y en cualquier caso, como decía en mi otro blog, tanto para mí escribirlo como para el que quiera leerlo, esto de momento es gratis… no se pierde nada por probar… Lo dicho: bienvenido, extraño que me lees. Que te sea leve.