22 de enero de 2015

Cita de hoy

…al envejecer he comprendido que, en el fondo, todos los soberanos son iguales y que todos los pueblos son idénticos y que poco importa, en resumen, quién gobierna y qué pueblo oprime a otro, porque finalmente, son siempre los pobres los que soportan los sufrimientos.


Sinuhé el egipcio – Mika Waltari

13 de enero de 2015

[Libros] Jamás sabrás por qué - Karine Giébel (2007)

Mira uno por internet sobre este libro y todo son halagos entusiasmados. Uno diría que estamos ante la obra maestra del siglo. Y yo voy y digo que es una castaña… En fin, está claro: soy raro.

Sinopsis:
De regreso a casa después de unos días en Dijon, el inspector de la policía de Besanzón, Benoît Lorand, detiene su coche para ayudar a una mujer sola con problemas con su automóvil. Tal vez pueda ayudarla a solucionar la avería, o tal vez no y tenga que acompañarla a su casa, o si se tercia acaben tomando una copa juntos... La noche le ha dado la oportunidad de añadir una conquista más a su larga lista de aventuras e infidelidades matrimoniales.
A la mañana siguiente Lorand se despierta tumbado en el frío suelo de cemento de un sótano con la inquietante sensación de que nada salió como imaginaba. Y esta inquietud se transmuta en miedo e incomprensión cuando se percata que quien lo ha encerrado en esta suerte de mazmorra es la misma mujer con la que anoche quiso ligar y que ahora, con una frialdad implacable, lo amenaza con acabar lentamente con su vida.
Sin comer ni apenas beber, aterido de frío, drogado, golpeado selectivamente -lo justo para mantenerlo con vida-, Benoît experimentará en sus carnes los límites del dolor y la dignidad mientras trata de comprender por qué es él, y no otro hombre, la víctima de una sádica empeñada en convertirlo en un despojo humano.

Crítica: Simplón, aunque efectivo
Pues eso: un libro muy ligero y muy simplón en su planteamiento, pero tremendamente efectivo en cuanto a capacidad de enganchar al lector. Frases cortas, capítulos cortos, y una trama simple pero efectiva, consiguen que se lea de un tirón. Y creo que esto es lo único positivo que puedo decir del libro...

Sobre el estilo y demás, no hay absolutamente nada que destacar: estilo ramplón, personajes planos y estereotipados, etc. Aquí se va al asunto y punto. Se trata de intentar tener en tensión al lector y ya está, el resto sobra. Al menos esto al parecer lo consigue, por la multitud de entusiasmados comentarios que uno lee por ahí. A mí, la verdad, con esos personajes tan planos, me daba exactamente igual lo que pasara: como si se lo cargaba a la siguiente página.

En la parte positiva, que es cortito, ameno, se lee de un tirón, y, aunque estereotipado y con una parte final donde la intervención del azar “canta” bastante (uno de esos “deus ex machina”, que dicen los que saben), no resulta demasiado sangrante. En la negativa… pues que es un libro clínex, de usar y tirar.

En fin, un libro de entretenimiento puro y duro, que cumple con esa misión y punto.

P.D.: Tenía esta reseña pendiente hace tiempo, y mi opinión no ha cambiado en absoluto, pero en ese plazo leí Misery. Simplemente destacar las similitudes y diferencias: ambos libros parten de la misma premisa, prácticamente idéntico argumento (en realidad, como decenas de libros y películas, lo del secuestro y tortura por un sádico no es nada original), pero ¡qué diferencia! Al lado de la Giébel, Stephen King parece merecer el Nobel de literatura. Como dijo alguien, “con eso te lo digo todo, y con eso te lo digo todo”. Eso sí, seguro que muchos seguirán prefiriendo la brevedad y ligereza extrema de la Giébel (creo que la edición en tapa blanda hasta levita…).

5 de enero de 2015

Citas de hoy

El dios de las pequeñas cosas, de Arundhati Roy, no sólo en un libro maravilloso por su fondo, sino también en gran parte por su forma. Junto a su humor, su ironía y su punto de nostalgia, hay también pura poesía en sus frases. Las siguientes son sólo algunos pocos ejemplos:

Llovía el día en que Rahel regresó a Ayemenem. Hilos de plata inclinados se incrustaban en la blanda tierra y la levantaban como si fueran balas de fusil.

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Y el Aire estaba plagado de pensamientos y Cosas que Decir. Pero en momentos como ésos sólo se dicen Pequeñas Cosas. Las Grandes Cosas permanecen dentro, sin decirse.

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Tenía treinta y un años. No era joven ni vieja, pero tenía una edad en que la muerte ya era un hecho posible.

El dios de las pequeñas cosas - Arundhati Roy