Supongo que
muchos ya sabéis que mi mujer es aficionada a los helados caseros y que tiene un blog y un libro sobre este tema, y sobre toda la teoría del
helado. Pues bien, en relación con esto, hace poco me pasó un vídeo que había
visto sobre un helado americano que tardaba más de una hora en derretirse tras
dejarse expuesto al sol. Un fenómeno que llama mucho la atención, eso está
claro, pero que en realidad tiene su explicación… aunque no coincide con
algunas de las que se están dando por ahí.
Éste es el
vídeo en cuestión, realizado por un comprador de los supermercados Walmart
sobre uno de sus helados:
Aquí vemos
que, dejado el helado al sol con una temperatura ambiente de 26ºC, tarda más de
una hora en empezar a derretirse.
¿A qué se debe
este comportamiento? El artífice de la prueba no entra en el tema, pero
lógicamente muestra su profundo escepticismo sobre la calidad de un helado que
parece indestructible. Cuando el vídeo empezó a adquirir fama en los Estados
Unidos, algunos medios contactaron con un profesor que dio algunas
posibles claves sobre la razón de este comportamiento del helado; y eso es
justamente lo que quería analizar aquí, porque no todo lo que se dijo es
correcto.
Para empezar,
debo deciros que el comportamiento de este helado ante la subida de
temperatura, desde luego es muy curioso y me ha llamado la atención, como a
todos… Reconozco que si me hubieran
preguntado cuánto tardaría en derretirse, habría dicho unos cuantos
minutos. Pero una vez visto el resultado (a toro pasado todo es más fácil),
tampoco me resulta tan extraño. Todo tiene una explicación, aunque no del todo
coincidente con la rápida respuesta del profesor O’Keefe.
Bueno, para
empezar simplemente señalar que la prueba no se realizó en un día especialmente
caluroso. No es que sea un “eximente” , pero uno tiende a ver el vídeo e
imaginarse el helado expuesto al asfixiante sol de agosto de nuestro país, y
no, la prueba está realizada más bien en un templado día de primavera. 78-80ºF
son 25,5-26,5ºC. Un ambiente muy agradable, pero nada caluroso. Quede
simplemente como puntualización.
Lo segundo que
debemos observar es que se trata de un sándwich de helado casi totalmente
rodeado por dos gruesas galletas que actúan como un efectivo aislante térmico
del interior. El helado está expuesto a la temperatura ambiente en realidad en
una superficie muy pequeña, sólo en sus laterales. En su mayor parte, el helado
está casi térmicamente aislado por una galleta gruesa y esponjosa, con bastante
aire en su interior.
El aire es un
aislante térmico fantástico, gracias a su bajísima conductividad térmica. El
aire sólo es medianamente efectivo transmitendo algo de calor a través de la
convección, por su movimiento natural ante los cambios de temperatura (el aire
caliente sube y es reemplazado por aire fresco, y en este proceso es capaz de
transmitir calor de un lugar a otro). Pero si impedimos el movimiento del aire
(la convección), sólo puede transmitir por conducción, y en eso es pésimo.
Vamos, que el aire inmóvil es un aislante magnífico.
Por eso los
aislantes empleados en multitud de aplicaciones (construcción, neveras, etc)
suelen ser espumas: porque contienen aire atrapado en forma de pequeñas
burbujitas en su interior. Se trata de aislantes hechos principalmente de aire
(por eso son tan ligeros), al que se le impide el movimiento atrapándolo en una
estructura de burbujas (la espuma). El poliespán o corcho blanco (espuma de
poliestireno), la espuma de poliuretano (esa amarilla que se usa en
construcción), etc, todos esos aislantes térmicos aíslan debido a que son
básicamente aire inmóvil.
Pues bien, la
galleta de ese helado es lo mismo: si miráis la foto detallada, es una galleta
no sólo gruesa, sino muy esponjosa, repleta de burbujitas de aire. Un aislante
térmico magnífico.
Pero no sólo
la galleta tiene aire: también el helado, ya lo sabemos. Un buen helado debe
contener aire en su interior en forma de minúsculas burbujitas, para tener una
estructura ligera y cremosa. El helado artesano italiano tiene aproximadamente
un 30% en volumen de aire atrapado, pero el industrial suele tener mucho más,
frecuentemente un 40%, pero no es extraño que algunos contengan hasta un 50% de
aire. La razón en este caso ya no es de calidad, para mejorar la textura, sino
puramente económica: vender aire al precio de helado es todo un chollo.
Seguramente ese helado barato del Walmart tenía un volumen de aire muy elevado.
Así pues,
tenemos un helado con una superficie expuesta muy pequeña, y con alto contenido
en aire atrapado (un buen aislante térmico). Esto implica que el calor
ambiental sólo puede actuar sobre una pequeña superficie, y que le cuesta mucho
penetrar hacia el interior debido a ese gran volumen de aire atrapado
(aislante). Sólo por esta razón, ya no resulta tan extraño que el helado
aguante tanto tiempo sin derretirse.
Pero hay más
razones, aunque la anterior la considero bastante importante.
El profesor
O’Keefe habla de la grasa, y aquí es donde, en mi opinión, se equivoca de parte
a parte. Según Sean O’Keefe (por cierto, ¡se llama igual que un reciente administrador de la NASA! Supongo que no será que la crisis le ha
hecho reciclarse… :-), un helado con menos cantidad de grasa tarda más en
derretirse que uno con más grasa, porque el agua necesita absorber más energía
(calor) para fundirse.
Me temo que
aquí el profesor ha dado un resbalón, probablemente despistado con factores
como el calor específico de cada sustancia (la cantidad de energía necesaria
para aumentar su temperatura un grado). Pero eso aquí no importa mucho, porque
lo que olvida es que cuando un helado se derrite, lo que se licúa es el agua. Por
mucha grasa que tenga, ésta está emulsionada en una base de agua, que es la que
se licúa o se congela. La grasa sí actúa sobre la estabilidad del helado, pero
justamente al revés: a mayor nivel de grasa, más fácil es mantener el agua
atrapada, evitando que se suelte en forma líquida. Por tanto, la situación es
justamente la contraria de la que él dice: un helado con más agua se licúa a
priori más rápidamente que uno con más grasa (digo “a priori”, porque hay
también otros factores, de los que luego hablaremos, pero independientes del
nivel de grasas).
Os pongo un
ejemplo algo extremo pero creo que muy claro: un cubito de hielo (todo agua)
frente a un trozo de tocino (todo grasa). ¿Qué se derretirá antes si lo ponemos
al sol? O vayamos a algo intermedio, que contiene bastantes grasas pero también
agua: la nata montada. Y no se “derrite” a temperatura ambiente, precisamente
debido a su elevado contenido en grasas, que junto con el azúcar permiten crear
una estructura que mantiene atrapada el agua de la nata (la nata que se utiliza
para hacer nata montada tiene un 35% de grasas y un 6% de sólidos lácteos no
grasos, siendo el resto, 59%, agua). Probad a hacer nata montada con leche
(3,6% de grasas) a ver si conseguís algo… o incluso con nata para cocinar (18%
de grasas). No se puede. Se requiere un mínimo de un 35% de grasas para hacer
nata montada. Es la grasa lo que ayuda a “solidificar”, no al contrario.
Así que decir
que el helado tiene pocas grasas porque no se derrite no tiene ningún sentido.
Más bien se podría deducir lo contrario, que quizás tenga bastantes grasas.
Aunque, sinceramente, no me parece un factor determinante en este caso, siendo
más importante el que ya hemos comentado antes (aislamiento) y el que veremos a
continuación (estabilizantes). En cualquier caso, me parece otro error (y
grave) insinuar que un helado es de menor calidad si contiene menos grasas.
Hablemos un poquito de ello (por cierto, si os interesa leer más a fondo sobre
las grasas del helado, María José escribió sobre ello aquí).
Es cierto que
el contenido en grasas de origen lácteo influye en la calidad de un helado. De
hecho, en España (y en general en la Europa mediterránea, donde impera el
helado de tipo italiano) la ley impone un contenido mínimo de un 8% en grasas
lácteas para que un helado pueda denominarse de tipo “crema”, expresión de
máxima calidad. Pero si bien la ley establece un mínimo, el paladar y el sentido
común también hacen conveniente no exceder un máximo, y de hecho los artesanos
del helado consideran que un buen helado no debería exceder de un 10% de
contenido en grasas para presentar la mejor calidad en textura y cualidades
gustativas.
En otros
países los gustos difieren: el helado americano suele tener un mayor contenido
en grasas que el italiano (10-15%), porque el consumidor de allí lo prefiere
así. Resultan algo más untuosos y “pesados”, además de dar una sensación de
menor frío (a la misma temperatura), aunque si están bien hechos y las grasas
son de origen lácteo, pueden considerarse también de buena calidad.
Y aquí está la
clave: en el tipo de grasas, fundamentalmente. Eso sí que afecta a la calidad
de un helado. Y es muy frecuente que en helados industriales se utilicen grasas
no lácteas, a menudo grasas vegetales hidrogenadas, más baratas y menos
saludables. Así que la insinuación del profesor O’Keefe acerca de que más grasa
implica más calidad, no puedo compartirla, porque por un lado no conviene
exceder un determinado nivel, y por otro la calidad depende muchísimo de qué
grasa utilicemos.
Por cierto,
que también se equivoca O’Keefe al decir que los helados con menos grasa suelen
tener más aire: en realidad son dos temas absolutamente independientes, y ya
hemos visto que los helados artesanos italianos, con menos grasa, tienen
también menos aire que los industriales, con más grasas, simplemente porque a
nivel industrial es más rentable meter aire al máximo.
Pero vayamos
al último punto que afecta a cómo se derrite un helado: los estabilizantes.
Como explica
María José aquí, un helado es básicamente agua, con sólidos en
suspensión y grasas en emulsión (si alguno piensa "¡se equivoca, no es básicamente agua, sino básicamente leche!", le diré que la leche es justamente agua con sólidos y grasas en suspensión). Y son esas grasas emulsionadas en la base
acuosa, y algunos de estos sólidos (los azúcares, principalmente) los que
interactúan con las moléculas de agua afectando a su punto de congelación, y
permitiendo crear una estructura que se mantenga en un estado precariamente
estable a bajas temperaturas, con parte del agua en estado aún líquido pero
“estabilizada” por el resto de elementos (grasas y azúcares) para impedir que
se “suelte” (que es lo que ocurre cuando empieza a derretirse). Esta parte de
agua que se mantiene líquida dentro de un helado es lo que lo mantiene blando y
cremoso, y no duro como una piedra, que es lo que ocurriría con toda el agua
congelada, en estado sólido (el artículo que os comentaba antes lo explica más en detalle).
Para ayudar a
esta “estabilización” del agua líquida, los fabricantes suelen añadir
estabilizantes al helado: ingredientes que ayudan a las grasas y los azúcares a
mantener ligada esa agua líquida, haciendo al helado más estable frente a
cambios de temperatura. Los estabilizantes tienen también otros efectos
favorables añadidos, como inhibir el crecimiento de los cristales de hielo.
Aunque el helado esté bien elaborado, una vez congelado no queda totalmente
“inerte”, sino que, poco a poco, con el paso de los días, los cristales de
hielo (que un buen proceso de elaboración habrá dejado en un tamaño minúsculo,
favoreciendo una textura cremosa al paladar) irán creciendo lentamente,
alterando esa textura, endureciendo el helado y haciéndolo perder calidad (cremosidad)
con el paso de los días. Los estabilizantes también ayudan a evitar o minimizar
este efecto.
¿Son malos los
estabilizantes? La gente tiende a pensar que cualquier cosa que lleve el nombre
de “aditivo” (palabra derivada únicamente de “añadir”) no puede ser bueno.
Además, se asocia a “química”, y eso tampoco puede ser bueno. Personalmente no
estoy en absoluto de acuerdo, aunque, como ocurre casi siempre, no es lo mismo
usar que abusar.
Ya también habló María José en su blog del tema aditivos y del origen
natural de los utilizados habitualmente en heladería (extractos de plantas). Lo
cual, aunque suele tranquilizar, en el fondo no es decir nada: también son naturales
la cicuta, la amanita phalloides o el opio, y no son precisamente saludables… Y
en cambio son “química” los antibióticos, y salvan millones de vidas. Pero en
fin, si alguien se siente más tranquilo con la palabra “naturales”, estos
aditivos son totalmente naturales, simples extractos de plantas (como el zumo
de naranja, la manteca de cacao, la cicuta o la cocaína…). (Bueno, ironías
sobre productos naturales aparte, que conste que considero estos aditivos en
concreto como totalmente inocuos).
En cualquier
caso, sí, los helados industriales suelen llevar más estabilizantes, y mejores,
que los helados artesanos, por varias razones. Por un lado, una heladería
pequeña probablemente se conformará con tener uno o dos estabilizantes básicos,
que usarán para todos sus helados, mientras que una gran industria puede
permitirse tener en stock muchos más productos diferentes, usando la
combinación que resulte más efectiva en cada caso (porque a cada tipo de helado
le funciona mejor una determinada combinación de estabilizantes). Pero en
realidad, a nadie le interesa abusar de los estabilizantes porque sí, entre
otras cosas porque su exceso afecta negativamente a la calidad (textura) del
helado. En este sentido, los helados industriales sí suelen llevar más
estabilizantes, a costa de una peor textura (más densa y “pegajosa” que los
helados artesanos italianos) por necesidad: porque a menudo se almacenarán (en
almacenes, tiendas, hogares…) durante largos periodos de tiempo, y hay que
asegurar que el helado se mantenga estable durante todo ese tiempo. En cambio,
una heladería artesana produce sus helados para un consumo a corto plazo.
En la cantidad
de estabilizante a utilizar no sólo influye la conservación a largo plazo, sino
que también existe una cierta relación entre el contenido en grasas y el
contenido en estabilizantes. Como ya hemos comentado, en el helado artesano son
básicamente las grasas y los azúcares los que estabilizan el agua líquida, y si
se añade algo de estabilizante (siempre poco), suele ser sólo como “ayuda
adicional”. Sin embargo, si por alguna razón reducimos el nivel de grasas,
deberemos elevar el nivel de estabilizantes para compensarlo; es lo que ocurre,
por ejemplo, en los sorbetes (helados no lácteos, sin grasas), que requieren
obligatoriamente el uso de estabilizante, y en mayor cantidad que en un helado
artesano de tipo crema, donde su uso es algo más bien opcional. Quizás los de
Walmart hayan querido ahorrar quitando grasas lácteas (las buenas, las caras) y
compensando con más estabilizante, y de ahí este comportamiento, pero habría
que leer la composición detallada para saberlo. (Por cierto, que personalmente
preferiría esto, que sustituyan grasas lácteas por estabilizante, a que
sustituyan grasas lácteas por grasas vegetales hidrogenadas, como a menudo se
hace en muchos helados industriales que consumimos a diario).
Terminamos.
Resumiendo, no dudo que el helado del Walmart probablemente no sea de una gran
calidad, pero sin duda no es ésta la razón por la que aguanta estoicamente al
sol en ese vídeo. Las principales razones son, desde mi punto de vista, la
galleta que lo recubre, su elevado contenido en aire, y el uso de potentes
estabilizantes (no necesariamente malos, aunque es cierto que un helado de
buena calidad no requiere tantos).
Por cierto,
que la prueba sólo “demuestra” que el helado no se ha convertido en un charco,
no que siga en estado sólido. Habría que probar a darle un mordisco (o un
golpecito con el dedo): probablemente su consistencia interna hace tiempo que
no sea superior a la de la nata montada, y que mantenga la forma más o menos
por las mismas razones que ésta la mantiene a temperatura ambiente, sin
necesidad de estar congelada (por cierto, también se usan estabilizantes para
la nata montada, a nivel industrial… ya sabéis que la hecha en casa “se va desmontando”
con el paso del tiempo).
De hecho,
buscando en la red he visto que eso es justamente lo que pasa con estos helados:
esperando el tiempo suficiente (la galleta y el aire retardan la subida de
temperatura, pero tarde o temprano todo el helado alcanzará la temperatura
ambiente) el helado adquiere una textura blanda pero no líquida, similar a la
de la nata montada; es el efecto de los estabilizantes:
Pese al enorme
alarmismo infundado que ha despertado esta noticia en los Estados Unidos, y a
los análisis más o menos equivocados como el del profesor O’Keefe, también es
cierto que hay quien ha dado razonamientos correctos y coherentes (aunque me
temo que esos razonamientos no interesan tanto). Por ejemplo, aquí he leído una explicación de otro experto en
alimentación, Grace Yak, que sí coincide con lo que acabamos de comentar,
especialmente en el tema de los estabilizantes.
Una última
reflexión sobre los estabilizantes: si alguien se lleva las manos a la cabeza
al ver el efecto de estos, que se vaya olvidando de consumir flan de vainilla,
gelatinas, gominolas o prácticamente cualquier mermelada o nata montada
comerciales, entre otros cientos de productos alimenticios, porque todos
incluyen alguno de estos estabilizantes o agentes espesantes (que son términos básicamente idénticos,
usados para designar a los mismos productos).
Bueno, termino
el rollo. La verdad es que, desde que mi mujer se empezó a introducir en el
mundo del helado (y yo la seguí de cerca por curiosidad e interés), he
descubierto que este tema es de lo más interesante. En el fondo, es pura
física, y como tal, apasionante (ella dirá que es pura química, siempre tenemos
esa discusión; y es cuando yo le digo que física es todo, y que la química no
es más que una determinada especialidad de la física…. ;-). Pues bien, si os ha
picado el gusanillo y queréis saber más sobre el apasionante mundo de los
helados, y aprender a hacer los vuestros en casa, María José lo explica
fantásticamente en su libro y en su blog. Y os
aseguro que están exquisitos, lo digo por experiencia… ;-)
Hola Javier. Lector habitual, comentarista ocasional.
ResponderEliminarSigo tus blogs desde hace tiempo, así que antes de nada, gracias por todo lo que publicas, aunque soy de muy poco comentar. Pero resulta que tengo un anónimo blog donde doy algunos premios, y esta vez, te ha tocado. Por si te interesa leerlo aquí puedes. http://kpitel.blogspot.com.es/2014/08/premio-its-science-bitches-el-helado.html
Me hubiese gustado decirlo también por twitter, pero he sido incapaz de encontrar tu cuenta, así que sospecho que no tendrás.
Un saludo
¡Muchísimas gracias, Emilio! Me enorguellece que me des ese premio, y por cierto que me parece una buena iniciativa por tu parte.
ResponderEliminarTambién me alegro de que te haya gustado esta entrada. Sobre Twitter, la verdad es que me dí de alta hace tiempo, con un nick, pero no lo uso.
¡Saludos!
felicidades tocayo me parece muy interesante ,el tema felicidades por el premio ganado.saludos desde de mexicali b c mexico
ResponderEliminarMe ha interesado mucho la explicación y me ayuda con mi objetivo principal: conseguir un helado con las mínimas cantidades de grasas y azúcar(o nada)
ResponderEliminarNo he visto el vídeo pues ver "no derretirse" un helado...