9 de diciembre de 2015

[Libros] Sputnik, mi amor – Haruki Murakami (1999)

Los que me seguís a menudo ya sabéis que mantengo una relación ambigua con Murakami: es un autor que en general me gusta, que me encanta cómo escribe, y que en general leo con agrado… pero que al mismo tiempo no puedo evitar ver como un poco falso, impostado, el hábil escritor que ha encontrado un estilo que vende y lo explota…
Bueno, sea como sea, hacía tiempo que no leía nada suyo (a Murakami conviene dosificarlo o te empacha, desde mi punto de vista) y hace poco decidí volver a él con esta novela corta. Abajo os cuento qué tal me ha ido en este reencuentro.

Sinopsis:
Perdidos en la inmensa metrópoli de Tokio, tres personas se buscan desesperadamente intentando romper el eterno viaje circular de la soledad; un viaje parecido al del satélite ruso Sputnik, donde la perra Laika giraba alrededor de la Tierra y dirigía su atónita mirada hacia el espacio infinito. El narrador, un joven profesor de primaria, está enamorado de Sumire, a quien conoció en la universidad. Pero Sumire tiene una única obsesión: ser novelista; además se considera la última rebelde, viste como un muchacho, fuma como un carretero y rechaza toda convención moral. Un buen día, Sumire conoce a Myû en una boda, una mujer casada de mediana edad tan hermosa como enigmática, y se enamora apasionadamente de ella. Myû contrata a Sumire como secretaria y juntas emprenden un viaje de negocios por Europa que tendrá un enigmático final.

Opinión personal: Un Murakami moderado… y algo menor
Os confieso que no me ha entusiasmado especialmente mi reencuentro con este autor. Quizás no era el momento, o quizás el libro sea inferior a los anteriores que he leído suyos, o quizás ya le conocía demasiado… o más probablemente haya habido un poco de todo.

Ésta es una novela de amor y soledad. Dos elementos prácticamente constantes en los relatos de este autor japonés, pero que aquí representan el núcleo del libro.

Tenemos al narrador, el hombre sin nombre, al que sólo conocemos por su inicial: K. ¿Por qué? Quién sabe, con Murakami uno acaba por no preguntarse por qué sus historias son como son: son así, y punto. En fin, este K. es el típico personaje masculino murakamiesco: un treintañero solitario, quizás algo introvertido, que se enamora de una muchacha en una relación que siempre termina siendo problemática por una u otra razón. En este caso, simplemente porque no es correspondido.

La muchacha es Sumire, una chica extraña, “rarita”, una chica que se siente en cierto modo ajena al resto de la sociedad, y que está obsesionada con ser escritora… aunque parece no tener las más mínimas aptitudes para ello. Alguien que, además, nunca ha experimentado el amor ni el deseo sexual, sentimientos que le resultan ajenos, extraños. No obstante, sí es capaz de sentir un gran afecto hacia K. cuando lo conoce, terminando por ser amigos casi inseparables.

Hasta que Myû entra en escena. Una mujer madura elegante y “de mundo” a la que Sumire conoce por casualidad en una boda y que le causa una extraña fascinación… que luego interpreta como enamoramiento. Sumire se enamora de Myû, y hasta descubre por primera vez el deseo sexual, aunque sea dirigido hacia esta mujer, que, al igual que le ocurre a ella con K., sólo puede sentir hacia Sumire un afecto casi maternal.

En realidad, éste es, creo yo, el núcleo del libro: los amores cruzados no correspondidos, y la soledad y frustración que provocan. De ahí, de hecho, procede el título, como nos deja claro el autor en dos o tres ocasiones a lo largo del texto: las vidas y sentimientos de nuestros tres protagonistas se cruzan como satélites en la órbita terrestre, acercándose hasta juntarse pero condenados a separarse de nuevo y no volver a encontrarse. Una curiosa metáfora tecnológica para las relaciones amorosas no correspondidas, ¿verdad?

En fin, dicho así el libro no parece tener mucho… y no lo tiene. Creo que por eso me ha decepcionado un poco. Lógicamente, este núcleo argumental se rellena con pequeñas historias y anécdotas, y con algunos elementos surrealistas típicos del autor; aunque con respecto a esto último debo decir que Murakami en esta obra está muy comedido, y la parte surrealista queda bastante limitada en el tiempo y en el espacio, limitándose a una extraña experiencia semionírica de Sumire, y a una extraña música oída en una determinada ocasión por K. Nada, en comparación con algunos de sus otros libros.

Aparte de estos pequeños elementos surrealistas, sí hay un importante acontecimiento que, sin llegar a serlo, se escapa de la normalidad: la extraña desaparición de Sumire. Tranquilos, no es un spoiler, es algo que aparece en casi todas las sinopsis, y supone en cierto modo el comienzo del libro, tras unos capítulos a modo de presentación de los personajes. Sumire desaparece como comida por la tierra mientras veranea en Grecia con Myû, quien se pone en contacto con K. para que le ayude a buscarla. Pero no esperéis una gran trama ni intriga, porque no las hay.

Eso es todo lo que puedo contar del libro, porque, en el fondo, no hay más. Al contrario que con otros de sus títulos, en éste no he conseguido sentirme del todo involucrado con los personajes, aunque eso puede haber sido algo personal, por haberlo cogido “en un mal momento”. Se mantiene, como siempre, la agradable prosa del autor, que hace atractiva la lectura de cualquiera de sus obras independientemente del argumento de fondo. Pero debo decir que el libro me ha resultado algo falto de esencia, y no lo he disfrutado como esperaba. Quizás, también, es que su estilo me resulta ya algo repetitivo, después de varias obras suyas leídas… puede ser…

Por lo demás, y a modo de curiosidad para los que hayáis leído mi entrada sobre Murakami y “sus neuras”, señalar que aquí se repiten de nuevo la mayor parte de ellas: la soledad, los personajes “raritos”, los gatos, la música, el amor y el sexo… casi todos los elementos típicamente murakamianos aparecen en mayor o menor medida también en “Sputnik, mi amor”. Sólo me han fallado esta vez los calvos y la muerte. Quién sabe, quizás en la próxima…

Nota final al margen: Cuando los redactores de las editoriales se ponen líricos, a menudo la cagan… En la sinopsis que acompaña al libro se menciona a la perra Laika, que ni aparece en la obra de Murakami, ni viajó a bordo del Sputnik. Bien, se puede decir que lo hizo a bordo del “Sputnik 2”… pero cuando se habla del Sputnik, uno se refiere al Sputnik, el primero, el “verdadero”, la pequeña bola de metal pulido que emitía su bip-bip y a la que sí hace referencia Murakami tanto por su nombre como por su forma. En fin… 

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