Por poner en contexto: el texto habla de un grupo de excombatientes republicanos que acaban de vencer a los nazis como parte del ejército francés en la Segunda Guerra Mundial. Me parece tremendamente emotivo:
Tardaron un segundo en empezar a aplaudir. Durante
un segundo, ellos no pudieron hacer ni eso y yo tampoco pude tragarme las lágrimas,
aunque Comprendes me abrazó tan a tiempo que pude frotar la cara contra una
esquina de su camisa para limpiármelas. Después, lo que hicimos todos, yo el
primero, fue lavarnos, afeitamos, cosernos los botones, cortamos el pelo.
Sentir que la costra de la derrota se disolvía en el agua sucia, que la navaja
desprendía de nuestras mejillas el cansancio humillado de las playas
inhóspitas, que la aguja y el hilo volvían a coser nuestro honor, el honor de
España, al parche tricolor de nuestros uniformes. En los cabellos muertos que
el peluquero nos quitaba del cuello con una brocha, caía al suelo una desgracia
vieja, una injusticia vieja, el viejo dolor de los desterrados que acaban de
encontrar un camino para volver a casa.
Leo tu pequeño post y pienso en la "9", y en los miserables campos de concentración donde nuestros queridos fraceses metieron a decenas de miles de refugiados que cruzaban la frontera...
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