Sinopsis:
El
clásico norteamericano sobre la infancia y juventud de una hija de inmigrantes
en el Brooklyn de la década de 1920.
Francie
Nolan adora leer, y lo hace sentada en las escaleras de emergencia de su casa,
a la sombra de un árbol. Esta es la entrañable historia de su vida y la de los
Nolan en general, una familia pobre, de raíces irlandesas y austriacas, que
llegó a América buscando prosperidad. Francie crece con un padre, dulce pero
débil y demasiado pegado a la botella, de manera que el verdadero soporte de la
familia es su madre, que trabaja limpiando las escaleras de la vecindad. Un
coro de familiares y amigos rodea a la familia, pero queda claro desde el
principio que son las mujeres Nolan las que de verdad pisan fuerte en la vida.
Como aquel árbol que le da sombra mientras lee, y que crece en el cemento, la
ingeniosa Francie lucha contra toda clase de obstáculos para sobrevivir y salir
adelante. Una novela repleta de personajes vivos, que recrea la década de 1920
en Brooklyn y el sueño americano de miles de inmigrantes.
Crítica: Un entrañable clásico del siglo XX que merece la pena
leerse
Entrañable es la palabra que mejor le
va a este libro, desde mi punto de vista. Se trata de una visión agridulce de
la vida en la primera década del siglo pasado, de la mano de una familia pobre
en un Brooklyn repleto de inmigrantes europeos recién llegados a América en
busca de una vida mejor.
Seguramente esta descripción os sonará
a algo mil veces visto en películas, o incluso leído en otros libros.
Efectivamente, es así: cuando empecé a leer esta novela, también me pareció
estar leyendo otra vez la misma historia mil veces contada, mil veces vista en
el cine o la televisión. Pero esta historia tiene algo especial: por un lado,
podemos considerar a este libro el origen de todas esas historias mil veces
vistas y oídas; el tremendo éxito de ventas –a nivel incluso internacional– de
esta novela puso la semilla para que fueran apareciendo esas otras decenas de
libros y películas que ahora hacen que éste nos parezca poco original. Sin
embargo, el mérito de haber sido el primero (o el primero con éxito) no es lo
único valorable de este libro, sino que tiene también el valor adicional de
haber sido escrito por alguien que vivió aquellas experiencias de primera mano,
en su propia piel. Porque esta novela tiene mucho, muchísimo, de
autobiográfica.
La historia nos cuenta la vida de una
familia, los Nolan, tomando como principal hilo conductor a su hija Francie. El
relato comienza con Francie a los once años, pero pronto hace una retrospectiva
para relatar los comienzos de su familia, desde el matrimonio de sus padres,
para concluir el libro con una Francie que acaba de cumplir los diecisiete.
Recorre, pues, toda la infancia y la adolescencia de la muchacha… una muchacha
en la que es posible reconocer a la autora, Betty Smith.
Teóricamente la novela es ficción,
pero la mayor parte de su contenido es autobiográfico, siendo difícil discernir
dónde termina la realidad de la infancia de la autora y comienzan las historias
inventadas específicamente para la novela. Su autora nunca quiso ser demasiado
clara a este respecto, aunque existen muchas evidencias de que gran parte del
libro es real: al igual que la protagonista de su novela, Betty Smith vivió en
el barrio de Williamsburg, en Brooklyn, en una familia pobre con ingresos que a
menudo no llegaban ni siquiera para comer. Sus padres se llamaban en la vida
real igual que en la novela, Katie y Johnny; y aunque no he podido averiguar
(en la breve pesquisa por internet que he realizado, por curiosidad) si
realmente su padre fue alcohólico, sí sabemos que su madre trabajaba de fregona,
igual que en la historia. En la novela, Francie sueña con ser escritora, y también
los trabajos por los que, ya en la adolescencia, va pasando, coinciden por los
ejecutados por la autora a esa misma edad; su evolución académica, y su
posterior marcha a Ann Arbor (Michigan) coinciden también en la vida real y en
el libro. En resumen: la novela es un claro reflejo de la infancia de su
autora, aunque pueda haberla embellecido con algunas anécdotas y pequeñas
historias fruto de su imaginación (o quizás extraídas de vivencias de otras
personas a las que conoció). Ello no sólo le da al relato el valor adicional de
saber que se basa en hechos reales, sino que esa realidad es algo que se nota,
que se siente al leer el texto. Sus personajes, todos ellos, son tan reales que
notas que allí hay algo más que pura ficción.
La historia de la novela debería ser
una historia triste, porque la vida de sus protagonistas es muy dura. Sin
embargo, no es así; resulta, como mucho, agridulce, y, sobre todo, entrañable.
Su autora escribió este libro teniendo ya más de 40 años, y supongo que sus
recuerdos se ven adornados con la nostalgia de la niñez perdida, y con el
dulzor que el paso del tiempo imprime incluso a los recuerdos más duros. Como
decía Serrat en una de sus canciones, con los años “los recuerdos son cada día
más dulces; el olvido sólo se llevó la mitad”. Las malas experiencias tienden a
diluirse en la memoria, mientras que las buenas permanecen más frescas. Eso se
nota en esta historia: aunque se hable de personas que se matan a trabajar de la
mañana a la noche por unos centavos, aunque se hable de pasar hambre y frío,
estas situaciones se mencionan casi como de pasada, como si fueran simplemente
parte del marco de la vida en la que les había tocado vivir; en cambio, el
relato se explaya en las pequeñas anécdotas, en los pequeños momentos de
alegría, de diversión, de felicidad… Es por ello que la defino como agridulce y
entrañable.
Pero ante todo, creo que es un retrato
muy vívido de la sociedad obrera de principios del siglo XX. Sí, vale, lo hemos
visto en decenas de películas y no vamos a descubrir nada nuevo… pero ésta
sabemos que es una historia real, que además se lee con agrado y provoca
ternura. Creo que está claro que nadie debe esperar de todo esto una historia
apasionante; el relato es pausado y tranquilo, aunque tenga pequeñas cargas de
profundidad semiocultas bajo ese velo suavizante de los malos momentos con que
las cubre su autora. El texto está repleto de cotidianeidad mezclada con
sueños, con miseria, con esfuerzo, con esperanzas y con pequeñas alegrías; es,
también, un libro de historia, que nos ofrece un vivaz retrato de la vida en
las dos primeras décadas del siglo XX y de los cambios sociales y tecnológicos
que poco a poco iban teniendo lugar; y, tomándolo todo en su conjunto, se trata
de una historia bonita y conmovedora, que creo que merece la pena leerse.
Personalmente, no puedo decir que este
libro me haya marcado en ningún sentido, pero me ha gustado. Aunque lo
recomendaría especialmente para leer en la juventud, cuando aún no se haya
saturado uno de tantas y tantas historias y películas derivadas que cuentan más
o menos lo mismo.
Nota personal: 8
Es interesante lo que dicen en esta página:
ResponderEliminarWhen reporters asked her, as they often did, whether the book was "true," she had a stock answer: she said it was "not as it was, but as it should have been."
"..she looked up the word "true" in the dictionary and one of the definitions was "such as it should be."
http://web.njit.edu/~cjohnson/tree/index.html
y efectivamente en thefreedictionary.com aparece esa acepción."such as it should be".
Curioso que esté recogida esa acepción, muy curioso...
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