«Esto
podría ser toda una vida —pensó—. Trabajar ocho horas al día forrando alambres
para ganar dinero con que comer y pagar el sitio donde dormir, para continuar
viviendo para volver a forrar más alambres. Hay gente que nace y vive sólo para
llegar a esto. Claro que algunas de estas muchachas se casarán con hombres que
llevan la misma existencia. ¿Qué ventaja sacan? Tener a alguien con quien
conversar durante las contadas horas libres entre la salida de la fábrica y el
momento de dormirse.»
Un árbol crece en
Brooklyn – Betty Smith
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