Ya he dicho muchas veces que el estilo y la capacidad de transmitir de Almudena Grandes es algo que me cautiva de esta autora. El fragmento que traigo hoy creo que es una prueba de ello, aunque lógicamente, fuera de contexto probablemente pierde fuerza. A mí, cada vez que lo leo me sigue emocionando. Sólo por poder disfrutar fragmentos como éste, merece la pena leer a esta mujer:
Pepe el Portugués volvió a abrazarme, y yo me
abandoné a su abrazo y lloré, lloré un rato muy largo, sin preguntarme por qué,
por quién lloraba, sabiendo sin embargo que lloraba por mí y por mi padre, por
mi madre, que nunca más iba a volver a Almería, y por mi padre, por mi abuelo
Manuel el Carajita y por mi padre, por Fernando el Pesetilla y por mi padre,
por los tíos a quienes no había llegado a conocer y por mi padre, por mi padre,
por mi padre, por mi padre, que era un asesino y un pobre hombre, un asesino y
un hombre bueno, un asesino y un desgraciado, un asesino y su propia víctima,
un asesino y ni rastro del hombre feliz que sonreía en la vieja fotografía en
blanco y negro de los buenos tiempos que nunca volverían.
El lector de Julio
Verne - Almudena Grandes
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