Hace unos meses, en plena efervescencia del debate
independentista en Cataluña, Jordi Évole, presentador del magnífico programa "Salvados”, de La Sexta
(dedicado a entrevistas y reportajes de actualidad), entrevistó al presidente
catalán Artur Mas. Tras esa entrevista, publicó también un artículo de opiniónen El Periódico de Catalunya, que
he descubierto por casualidad hoy. El artículo no tiene desperdicio, y lo
suscribo al cien por cien; de hecho, en su fondo coincide bastante de pleno con
mi opinión sobre el tema, que escribí aquí
hace algunos meses. Os dejo algunos de los párrafos que me han parecido
más destacables:
Mas me ha parecido
un apostante que sabe que lo que hace no tiene pérdida. Como la banca de un
casino: siempre gana.
•Si impiden la
consulta, gana él porque nadie podrá demostrar que los catalanes no querían la
independencia.
•Si hay consulta y
la gana, el premio para él otra vez.
•Si gana la
consulta pero se impide la independencia, los malos serán los otros. Gana de
nuevo.
•Si hay consulta,
gana y logra la independencia, pleno.
•Y si hay consulta
y pierde, pasará a la historia por ser el presidente autonómico que consiguió
que Catalunya llevase a cabo un referendo de independencia.
Mas solo perderá si
se echa para atrás y defrauda a sus votantes.
A mí me parece que
Artur Mas prefiere pasar a la historia a que la historia le pase por encima con
la crisis. He tenido la sensación de que el president ha entrado en el
independentismo porque no ve salida a la crisis sin recortes, incluyendo el de
su prestigio.
…
Se me pasó
comentarle si la pregunta del referendo será si estamos dispuestos a ser
independientes y pobres. No es por ser agorero, sino porque creo que los
verdaderos independentistas son aquellos que incluso prefieren ser pobres a depender
de Madrid. A los que pretenden la independencia para ser más ricos, en mi
opinión, les interesa más la riqueza que la independencia.
Y aunque no tenga relación con esto, os dejo también otro
enlace a otro
artículo de opinión de Évole en el mismo periódico, en este caso una
interesante reflexión sobre la sensación de impotencia ciudadana ante el poder
político (o, lo que he llamado en el título, “totalitarismo democrático”).
Resulta que
Bruselas puede intervenir España en cualquier momento, pero los españoles no
pueden intervenir en la acción de sus gobernantes en cualquier momento. Es más,
durante 4 años tampoco podrán cambiar nada los electores que voten a un
partido, de derechas o de izquierdas, que arrase en las urnas y después
incumpla promesas. De seguir así, siempre que haya una mayoría absoluta podemos
llegar a pensar que esta democracia sigue en parvulitos.
Lo malo no es que
haya mayorías absolutas, sino que no nos dejen intervenir. No se trata de que
solo nos dejen opinar, sino de permitir que nuestra opinión pueda servir de
algo más que el simple pataleo. Porque hay cosas que no entiendo. ¿Para qué
queremos iniciativas legislativas populares si la última palabra la tiene el
partido de la mayoría absoluta? Para que no tengamos la sensación de que
nuestros representantes se representan a sí mismos, mejor tener voz y voto pero
no por separado. En época electoral, hablan ellos y votamos todos. Sin embargo,
durante 4 años, cuando hablamos nosotros, y protestamos, tan solo votan ellos.
Y su voto es el que va a misa, nunca mejor dicho.
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