Tenía este
clásico entre mis lecturas pendientes desde hace varios años. Lo estaba porque
quería ir descubriendo a los grandes escritores rusos (a mi edad ya iba siendo
hora…), y también porque había leído buenas críticas sobre esta obra en
particular. Pero me daba mucha pereza ponerme con él, especialmente tras la
mala experiencia que tuve no hace mucho en mi estreno con Dostoievsky y sus Karamazov. Pero
esta vez me pilló en un día “tonto” y decidí que había llegado el momento de
conocer a Anna…
Sinopsis:
La sola mención del nombre de Anna Karénina
sugiere inmediatamente dos grandes temas de la novela decimonónica: pasión y
adulterio. Pero, si bien es cierto que la novela, como decía Nabokov, «es una
de las más grandes historias de amor de la literatura universal», baste
recordar su celebérrimo comienzo para comprender que va mucho más allá: «Todas
las familias felices se parecen; las desdichadas lo son cada una a su modo».
Anna Karénina, que Tolstói empezó a escribir en 1873 (pensando titularla Dos
familias) y no vería publicada en forma de libro hasta 1878, es una exhaustiva
disquisición sobre la institución familiar y, quizá ante todo, como dice Víctor
Gallego (autor de esta nueva traducción), «una fábula sobre la búsqueda de la
felicidad». La idea de que la felicidad no consiste en la satisfacción de los
deseos preside la detallada descripción de una galería espléndida de personajes
que conocen la incertidumbre y la decepción, el vértigo y el tedio, los mayores
placeres y las más tristes miserias. «¡Qué artista y qué psicólogo!», exclamó
Flaubert al leerla. «No vacilo en afirmar que es la mayor novela social de
todos los tiempos», dijo Thomas Mann. Dostoievski, contemporáneo de Tolstói, la
calificó de «obra de arte perfecta».
Opinión personal:
De esta novela
y su autor se han escrito más páginas de las que tiene su obra (que ya es
decir…). Estamos ante un clásico de la literatura universal que es objeto de
estudio y análisis por parte de los mayores expertos en literatura y que se
estudia en las universidades. En ese contexto, ¿qué puedo decir yo, inculto
hombre de ciencias sin más conocimientos literarios que la mera afición
personal? Evidentemente, poco. Pero sí puedo daros mi impresión personal desde
el mayor desconocimiento del tema, por si a alguno le interesa, y por si a
alguno le sirve si está como estaba yo, ante la tesitura de si ponerse o no a
descubrir alguno de estos clásicos.
Antes que nada
debo decir que hablar sobre un libro que se considera una obra maestra, impone.
Por mucho que uno quiera pensar que todo le da igual y que ya está uno muy
“bregao” como para que le importe el qué dirán, lo cierto es que, sin quererlo,
saber que vamos a escribir sobre un mito es algo que sin duda afecta
inconscientemente. Pese a todo, intentaré ser objetivo con mi impresión
personal.
Por ir al
grano y resumir en pocas palabras, diré que el libro empezó pareciéndome
aceptablemente interesante y fácil de leer, y más “moderno” de lo que esperaba,
para terminar resultándome algo pesado. Se hace largo, y es que es largo. Pero
es que, además, algunos temas que toca de forma “lateral” resultan muy poco
interesantes hoy en día, aunque seguramente en su época pudieron ser
un elemento muy valorable de este libro. Me refiero a todo el debate sobre el
campesinado ruso, la reforma agraria, las relaciones sociales en el campo, la política rural…
Seguro que era un tema interesantísimo y muy en boga en la Rusia del XIX, y
hasta se pueden intuir ahí ciertas bases para la posterior revolución que sin
duda serán de interés para sociólogos e historiadores. Pero para el lector
medio del siglo XXI, hay que reconocer que todas esas divagaciones resultan un
soberano tostón, y ocupan muchas, demasiadas páginas. Dicho queda.
Anna Karénina
es una novela de personajes. De hecho, diría que es un intento de reflejar en
una novela la alta sociedad rusa de la época, a través de diferentes
protagonistas con diferentes formas de ser, de ver la vida y de vivirla. En
paralelo, se analiza también de forma “lateral” la baja sociedad rusa, tanto la
clase obrera urbana (a través del hermano de Levin) como la sociedad rural (por
medio del propio Levin), aunque con una profundidad menor que la dedicada a la
alta sociedad. Al fin y al cabo, Tolstoi pertenecía a esta última, y por eso,
sin duda, la conocía mucho mejor, de primera mano.
Normalmente se
define “Anna Karénina” como una novela muy crítica con la aristocracia rusa del
siglo XIX, y sin duda lo es. Pero yo creo que principalmente pretender ser un
reflejo de la sociedad global de la época, al mismo tiempo que refleja los
sueños y pasiones de sus diferentes personajes. Nadie se libra de la crítica en
el libro, ni unos nobles representados en general como hipócritas, indolentes y
prácticamente parásitos sociales, ni unos campesinos incultos y tercos que se
oponen a un progreso que podría mejorar sus propias vidas. Sin embargo, todo
esto lo expone el autor de forma sutil, como parte de un ambiente social en el
que lo importante son las personas: Tolstoi vuelca toda su pasión en sus
personajes, a los que perfila con una nitidez muy destacable, y con una
tremenda carga psicológica, probablemente lo mejor y más valorable del libro,
al menos para mí. Anna Karénina es una novela de sentimientos y pasiones muy
bien reflejados, aunque a la vez contenidos en la forma de expresarlos; supongo
que para haber sido escrito en el siglo XIX no se le puede pedir que fuera más
explícito…
Creo que esta
atención hacia los personajes y sus sentimientos son lo que más me ha gustado
de esta obra, y probablemente lo que la convierte en intemporal. Al fin y al
cabo, los sueños y pasiones de los hombres no cambian con el paso de los
siglos, y el amor, el desamor y la búsqueda de la felicidad son algo intrínseco
a la especie humana ya estemos en el siglo XIX o en el XXI. Esto, unido a una
buena traducción, que sin duda ayuda muchísimo (creo que fue en parte una
pésima traducción lo que se me atravesó desde el principio en el caso de “Los
hermanos Karamazov”) consiguen que la obra resulte casi moderna.
Ya sé que
estoy diciendo poco, pero no se puede decir mucho más. La novela es una
historia de historias, las de sus personajes. Es una historia coral, en la que
se ha escogido una de ellas, probablemente la más transgresora en su época (una
mujer de la alta sociedad que comete adulterio y abandona a su marido para irse
a vivir con su amante; todo un escándalo social) para dar título al libro, pero
en el fondo no es más que una historia más, existiendo otra de casi la misma
importancia que le sirve de contrapunto (la de Levin, el “aristócrata rural”
sencillo y ajeno a la hipocresía de la corte petersburguesa o a la modernidad
moscovita), así como muchas otras historias menores que acompañan a éstas a lo
largo del libro.
Como decía al
principio, quizás este intento del autor de abarcar al máximo posible la
sociedad de su país y de su época nos resulte hoy en día algo excesiva,
cargando al libro de páginas, de reflexiones… y de tedio para el lector medio
moderno, por mucho que en su día probablemente le dieran a esta obra un gran
valor de crítica social y hasta política. Qué le vamos a hacer.
El único
detalle que verdaderamente no me ha gustado, y que de hecho me ha parecido una
completa salida de tono con respecto al resto de la obra, es el final. Tolstoi
dedica un extenso final para desviarse radicalmente de todo el resto de la obra
y ponerse místico a través de uno de sus personajes. De repente, Levin, el
analítico, el ateo, el escéptico… se convierte por arte de magia en un
ferviente creyente y encuentra la felicidad y el sentido de la vida. No viene a
cuento. No cuadra con el resto. Y personalmente me repatea, también tengo que
decirlo. Tolstoi, ahí la pifiaste, majete, desde mi punto de vista; te dejaste
llevar demasiado por tus propios sentimientos religiosos para dejar una
moraleja que nadie te había pedido y que parece metida con calzador. En fin,
supongo que hasta los genios la cagan en algún momento. Ya está, tenía que
decirlo…
En fin, no me
enrollo más, que ya lo he hecho bastante sin decir gran cosa. Para terminar,
diré que el libro se me ha hecho pesado, sí, tanto más cuanto más avanzaba en
él, pero no me arrepiento de haberlo leído, al contrario, y animo al que tenga
curiosidad a hacerlo. No puedo decir que lo haya disfrutado, pero en su mayor
parte “se dejaba leer” bastante bien, las historias principales son
intemporales y los personajes magníficos, sus perfiles psicológicos brillantes…
además he aprendido cosas sobre Rusia y su sociedad en los tiempos del zar, y
he descubierto a un clásico de la literatura universal. Así que creo poder
decir que el balance final ha sido positivo, aunque he necesitado muuucho
tiempo para llegar hasta su última página. Por otro lado, sé de gente a la que
le ha encantado…
Dices que Dostoievsky no te ha gustado. Te recomiendo darle una oportunidad a Crimen y Castigo; probablemente cambies de opinión sobre el autor.
ResponderEliminarPor cierto, es lo único que he leído de Dostoievsky -el tema me atraía sobremanera- hace ya unos 30 años, y ciertamente, como casi todos los escritores "de enjundia" de su época, es un poco cargante, pero la historia interior que cuenta es simplemente...auténtica, creíble, terrible.
Ah, y ni se me ocurriría empezar con los Karamazov...al menos de momento.
Me va a costar volver a Dostoievsky, pero no lo descarto en absoluto. De hecho, ya lo había considerado (debo tener algo de masoca :-), así que no descarto seguir tu sugerencia en un futuro próximo ;-)
ResponderEliminarPues a mi dostoievsky me encanta....puede k sea un poco lento....xo una vez coge ritmo....te recomendaría el jugador
ResponderEliminarEstoy absolutamente de acuerdo con tu comentario sobre el final del libro. Es la primera vez que leo algo de Tolstoi que me decepciona. Creo que le sobra la 'segunda familia' al libro.De hecho en la película del 48 no aparece.
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