El dios de las pequeñas cosas, de Arundhati Roy, no sólo en un libro maravilloso por su fondo, sino también en gran parte por su forma. Junto a su humor, su ironía y su punto de nostalgia, hay también pura poesía en sus frases. Las siguientes son sólo algunos pocos ejemplos:
Llovía el día en que
Rahel regresó a Ayemenem. Hilos de plata inclinados se incrustaban en la blanda
tierra y la levantaban como si fueran balas de fusil.
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Y el Aire estaba
plagado de pensamientos y Cosas que Decir. Pero en momentos como ésos sólo se
dicen Pequeñas Cosas. Las Grandes Cosas permanecen dentro, sin decirse.
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Tenía treinta y un
años. No era joven ni vieja, pero tenía una edad en que la muerte ya era un
hecho posible.
El dios de las pequeñas cosas - Arundhati Roy
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