Como me sucede a
menudo, empecé este libro por impulso, sin saber por qué. Bueno, vale, lo tenía
entre mi interminable lista de pendientes, en la que apunto todos aquellos de
los que oigo (leo, más bien) hablar bien en un momento dado y pienso que me pueden
interesar. Pero a menudo, cuando termino un libro, consulto la lista de
pendientes en busca del siguiente, a veces con una idea concreta y otras sin
ideas preconcebidas, sin saber qué leer… y en esta ocasión así fue: elegí éste
casi al azar, sin recordar de qué iba ni por qué estaba ahí, pero sentía que
éste podía ser “su momento”. Y lo fue, vaya si lo fue… Precioso libro.
Sinopsis:
Esta novela es un testimonio directo y dolorido de
la profunda conmoción que los acontecimientos políticos provocan en las relaciones
personales. A través de la experiencia individual, Mario Benedetti traza el
relato lleno de ternura de un país profundamente escindido, el Uruguay de la
dictadura y el Uruguay del exilio, para transmitir al lector un mensaje de
esperanza: la primavera aunque mutilada, relevará por fin a un invierno que
parecía inacabable
Opinión personal: Una novela muy humana
Si tuviera que definir
este libro en pocas palabras (aunque ya sabéis que eso no va conmigo, al menos
en versión escrita; oralmente es otra cosa…), diría que es una novela
tremendamente humana.
El texto me atrapó
desde su arranque. Es lo que tienen los grandes escritores. Nunca había leído a
Benedetti (llevo una larga racha de estrenos…), pero su calidad se nota nada
más empezar a leer. Es uno de esos textos que te atrapan, que te seducen, que
te animan a leer, aunque parezca que en el fondo no te está diciendo nada.
Efectivamente, en sus
primeros capítulos (todos muy cortitos; en realidad, el libro completo es
también muy cortito) uno no sabe muy bien de qué va aquello. Cada capítulo está
contado en primera persona por un personaje diferente que va narrando sus
pensamientos y sus sentimientos. Al principio todo parece inconexo, cotidiano y
sin avanzar hacia ningún lado. Luego, poco a poco, las historias cotidianas de
cada uno te van atrapando. Y más adelante, aparece la trama, el nudo de la
historia, que te atrapa aún más… aunque incluso sin él, las pequeñas historias
y reflexiones vertidas a través de sus páginas ya bastarían para considerarlo
un buen libro.
Tenemos cinco
protagonistas en esta historia: el encarcelado, el preso político, el padre de
familia que cumple condena en Uruguay simplemente por pensar de forma diferente
a la que le gusta al régimen. En el exilio (un país de América Latina, que nunca
sabremos cuál es) están su mujer, su hija, su padre, y un amigo. Cada uno de
ellos, de forma alterna, protagoniza un capítulo. Y todos ellos están
afectados, de una forma u otra, por la situación de reclusión del protagonista
central de la historia.
En realidad, hay un
sexto personaje, que también protagoniza algún que otro capítulo, aunque pocos
y sin una pauta de repetición fija: el propio Benedetti, que en esos breves
fragmentos nos cuenta algunas de sus propias experiencias como exiliado
político. Está claro que sus propias vivencias, y probablemente también las de
personas próximas a él, son las que le otorgan tanta profundidad, tanta alma, a
este libro.
Y es que el
encarcelamiento del personaje principal les afecta a todos. A la hija, que
apenas recuerda a su padre y que no entiende por qué está en la cárcel si no
hizo nada malo; y que, viviendo con el estigma de “exiliada”, se pregunta cuál
es su país: ¿ese en el que nació y que en realidad no recuerda, o este otro en
el que vive pero en el que no llega a sentirse integrada? Con sólo 9 años, sus
reflexiones inocentes, a menudo divertidas, a veces amargas, nos recuerdan que
incluso los más pequeños terminan pagando las consecuencias de la represión
política.
El padre, por su parte,
se siente culpable. Culpable por estar libre mientras su hijo está preso. Impotente,
exiliado también, ayudando como puede, e intentando también rehacer su
propia vida.
La esposa, sufriendo
doble, triplemente: por su hija, que crece sin padre; por su marido,
injustamente encarcelado y torturado; por ella, sola en la plenitud de su vida;
y por el remordimiento que le produce sentir que en realidad, poco a poco y sin
querer, la separación está provocando que desaparezca el amor que debería
sentir hacia su marido.
El amigo, el
compañero, el que también podría estar en la cárcel pero se libró; el eterno
donjuán, que, mientras ayuda a la madre y a la hija, se insinúa bromeando, en
ese eterno papel de ligón en el que todos le reconocen, sin pensar que alguien
pueda llegar a tomarle en serio…
Y, por supuesto, el
centro de la historia: el hombre encerrado, que vive largos años en soledad,
con la eterna esperanza de salir algún día, de volver a la vida, de volver con
los seres amados…
De forma sencilla,
cotidiana, cercana, cada uno de estos personajes nos va mostrando su forma de
vivir esta historia, sus esperanzas y sus miedos, sus preocupaciones y sus
ilusiones, sus alegrías y sus penas… Sin darnos cuenta, entendemos cómo el
exilio y la represión política pueden condicionar tanto la vida de tanta gente.
Y, pese a todo… la
vida sigue. En el fondo, predomina la esperanza. Predomina el ansia de vivir,
de olvidar los malos ratos, de rehacer las vidas. El ansia de vivir domina, y
pugna por renacer de sus cenizas, de iniciar una nueva primavera. Con una
esquina rota, sí… pero primavera al fin y al cabo.
Un libro precioso.
Cotidiano, humano, engañosamente sencillo… La vida misma.
Nota personal: 8
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