Ya sabéis que
no soy especialmente amante del género fantástico, pero también considero que
libros buenos los hay en todos los géneros, y éste lo había visto nombrar en
varias ocasiones como uno de los grandes del género. La verdad es que su título
y la imagen de la portada, con ese horrible jinete cornudo, no me animaban nada
a leerlo, y probablemente por ello se pasó varios años en la lista de
pendientes sin que encontrase el momento para ponerme con él. Finalmente, este
verano me decidí a darle una oportunidad, y debo reconocer que quienes lo
ensalzaban como uno de los grandes del género tenían buenas razones para
hacerlo.
Sinopsis:
“Entraréis en la ciudad de Esperanza del Venado, y
la hija del rey montará sobre el Ciervo para vos.”
La profecía condujo a Palicrovol a lanzarse a la
búsqueda de un reino, y a hacerse con él. Mató al rey Nasileo: al igual que el
Ciervo, él montó a la Cierva, la princesa Asineth, una niña de doce años.
Violada ante la pasiva presencia de diez mil testigos, la furia de Asineth se
revolvió contra el ultraje sufrido. Juró vengarse del Ciervo que había
derramado su sangre y que, compasiva e irracionalmente, le perdonó la vida.
Asineth sabía que la justicia podía ser cruel, y
más cruel todavía la necesidad, pero también sabía que la compasión era lo más
cruel de todo. Porque un día ella se convertiría en la reina Belleza, y
Palicrovol recordaría lo que era poseerla, y desearía con toda su alma poseerla
de nuevo. Y entonces...
Opinión personal: Fantasía de calidad
Esperanza del
Venado no es un libro fácil. Maticemos: tampoco es que sea de lectura
especialmente ardua, ni mucho menos, pero está bastante alejado del estilo
ligero habitual de este género. Me recuerda bastante, en este sentido, a Olvidado Rey Gudú, de Ana María Matute, una verdadera obra maestra
de la literatura. Por supuesto, Esperanza del Venado no llega a este nivel
literario, pero podemos situarlo en un punto intermedio entre la obra de Matute
y la literatura fantástica habitual. Esperanza del Venado es un libro de
fantasía “de calidad”, escrito con oficio, con clase, y con más fondo
(llamémosle filosófico o sociológico) de lo que uno suele esperar de una obra
de este género. Aunque, por supuesto, eso lo aleja del estilo bestseller y de
aventuras que quizás pueda esperar algún segmento de sus potenciales lectores,
que posiblemente puedan encontrarlo algo lento y pesado. Nunca llueve a gusto
de todos…
La novela
tiene dos partes bastante bien diferenciadas, y debo reconocer que la primera
se me ha hecho un poquito pesada: se trata de una extensa introducción (como un
tercio del libro) dedicada a relatar con un lenguaje ampuloso, al estilo de las
antiguas leyendas medievales, los hechos acontecidos siglos atrás en el
imaginario reino en el que transcurre la historia, hechos que determinarán el
desarrollo del relato una vez que aparezca el verdadero protagonista (que no lo
hace hasta que ya llevamos una buena parte del libro leída). La verdad es que
si no abandoné la lectura antes de llegar “al meollo” fue gracias al buen
oficio de Card como escritor (y, probablemente, al de su traductor al
castellano, que no creo que haya sido tarea fácil en este caso): es uno de esos
textos que, aunque no te interese demasiado lo que te estén contando, se leen a
gusto, por lo bien escritos que están.
Sobrepasado
ese primer tercio, el libro cambia, y la lectura se hace más ágil y amena,
transformado el texto en un relato de aventuras (o desventuras) más clásico,
muy al estilo de “El nombre del viento” (que parece inspirado en la obra de
Card, anterior, en la parte que relata la etapa de supervivencia infantil de su
protagonista Kvothe). Aquí empieza la historia de Orem, aún niño, que tendrá un
destino clave en la historia del reino, sus habitantes… y sus atormentados
reyes.
Lo genial de
la historia, aparte del buen hacer literario de su autor en cuanto a estilo, es
cómo combina una historia de fantasía y una segunda mitad en la que aparece
también la aventura, con un hondo fondo de tragedia y pasiones humanas,
perfectamente creíbles por su gran humanidad (en todos los sentidos, incluido
el fondo cruel que tenemos también los seres humanos). Los personajes son
magníficos, profundos y complejos, y se hace difícil hablar de buenos y malos,
porque aquí no hay blanco ni negro, y en realidad todos tienen un cierto tono
gris, como la vida misma. Es por esto, junto con la calidad literaria, por lo
que esta obra me recuerda a Olvidado Rey
Gudú, que comparte con ella (a un nivel superior, eso sí) esa forma de
plasmar en el relato la naturaleza humana.
Sí, ya sé,
sufrido lector de este blog: una vez más, no estoy diciendo apenas nada sobre
el argumento de la historia, que es lo que te interesa. Pero es que en este caso
es especialmente difícil. Es una obra de fantasía medieval (guerras entre
reinos a caballo y espada, magos y magia) mezclada con un relato de aventuras
(supervivencia de un niño huérfano en una ciudad hostil) y literatura épica
(rivalidades entre reinos, el bien y el mal, linajes y ofensas) a la que se
añade un trasfondo sociológico y hasta religioso (Card inventa una nueva
religión con unos curiosos dioses, que interactúan con la historia de forma
mística cuando es necesario). Una historia compleja, fantástica… y a la vez
conmovedora, por su extraña humanidad, que hace que el lector comprenda la
crueldad del malvado y el lado oscuro del bondadoso, en una historia que, si
bien apunta a un final feliz, lo hace de un modo algo fatalista y en el que la
felicidad nunca será completa y siempre deberá alcanzarse a costa de algo…
En fin, un
libro interesante, complejo pero también intenso, que me alegro de haber leído.
No quiero a exagerar, tampoco voy a decir que sea un libro que me haya marcado
especialmente o que sea algo parecido a una obra maestra… pero es un gran
libro, todo un referente dentro de un género en el que abundan demasiado las
obras “de usar y tirar” (como en todos los géneros, en realidad…). La verdad es
que mis dos experiencias hasta el momento con
este autor han sido muy
diferentes, pero en ambos casos, todo un acierto. Este Orson Scott Card está
claro que sabe escribir. Será cuestión de prestar atención a algunos de sus
otros títulos…
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