Mira
uno por internet sobre este libro y todo son halagos entusiasmados. Uno diría que estamos ante
la obra maestra del siglo. Y yo voy y digo que es una castaña… En fin, está claro: soy
raro.
Sinopsis:
De regreso a casa después de unos días en Dijon, el
inspector de la policía de Besanzón, Benoît Lorand, detiene su coche para
ayudar a una mujer sola con problemas con su automóvil. Tal vez pueda ayudarla
a solucionar la avería, o tal vez no y tenga que acompañarla a su casa, o si se
tercia acaben tomando una copa juntos... La noche le ha dado la oportunidad de
añadir una conquista más a su larga lista de aventuras e infidelidades
matrimoniales.
A la mañana siguiente Lorand se despierta tumbado
en el frío suelo de cemento de un sótano con la inquietante sensación de que
nada salió como imaginaba. Y esta inquietud se transmuta en miedo e
incomprensión cuando se percata que quien lo ha encerrado en esta suerte de
mazmorra es la misma mujer con la que anoche quiso ligar y que ahora, con una
frialdad implacable, lo amenaza con acabar lentamente con su vida.
Sin comer ni apenas beber, aterido de frío, drogado,
golpeado selectivamente -lo justo para mantenerlo con vida-, Benoît
experimentará en sus carnes los límites del dolor y la dignidad mientras trata
de comprender por qué es él, y no otro hombre, la víctima de una sádica
empeñada en convertirlo en un despojo humano.
Crítica: Simplón, aunque efectivo
Pues eso: un libro muy
ligero y muy simplón en su planteamiento, pero tremendamente efectivo en cuanto
a capacidad de enganchar al lector. Frases cortas, capítulos cortos, y una
trama simple pero efectiva, consiguen que se lea de un tirón. Y creo que esto
es lo único positivo que puedo decir del libro...
Sobre el estilo y
demás, no hay absolutamente nada que destacar: estilo ramplón, personajes
planos y estereotipados, etc. Aquí se va al asunto y punto. Se trata de
intentar tener en tensión al lector y ya está, el resto sobra. Al menos esto al
parecer lo consigue, por la multitud de entusiasmados comentarios que uno lee
por ahí. A mí, la verdad, con esos personajes tan planos, me daba exactamente
igual lo que pasara: como si se lo cargaba a la siguiente página.
En la parte positiva,
que es cortito, ameno, se lee de un tirón, y, aunque estereotipado y con una
parte final donde la intervención del azar “canta” bastante (uno de esos “deus ex machina”, que dicen los que saben), no resulta demasiado sangrante. En la
negativa… pues que es un libro clínex, de usar y tirar.
En fin, un libro de
entretenimiento puro y duro, que cumple con esa misión y punto.
P.D.: Tenía esta reseña pendiente hace tiempo, y mi
opinión no ha cambiado en absoluto, pero en ese plazo leí Misery. Simplemente destacar las similitudes y diferencias:
ambos libros parten de la misma premisa, prácticamente idéntico argumento (en
realidad, como decenas de libros y películas, lo del secuestro y tortura por un
sádico no es nada original), pero ¡qué diferencia! Al lado de la Giébel,
Stephen King parece merecer el Nobel de literatura. Como dijo alguien, “con eso
te lo digo todo, y con eso te lo digo todo”. Eso sí, seguro que muchos seguirán
prefiriendo la brevedad y ligereza extrema de la Giébel (creo que la edición en
tapa blanda hasta levita…).
Yo creo que a aquellos que le ha encantado el libro, debe ser por que ya se esperaban lo que encontraron, una historia simple y fácil de leer. A mí no me interesa para nada el libro, pero el de King, aunque la trama sea parecida, me llama mucho más la atención. Será por quien lo escribe, no sé.
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