28 de agosto de 2014

El helado que no se derrite

Supongo que muchos ya sabéis que mi mujer es aficionada a los helados caseros y que tiene un blog y un libro sobre este tema, y sobre toda la teoría del helado. Pues bien, en relación con esto, hace poco me pasó un vídeo que había visto sobre un helado americano que tardaba más de una hora en derretirse tras dejarse expuesto al sol. Un fenómeno que llama mucho la atención, eso está claro, pero que en realidad tiene su explicación… aunque no coincide con algunas de las que se están dando por ahí.

Éste es el vídeo en cuestión, realizado por un comprador de los supermercados Walmart sobre uno de sus helados:


Aquí vemos que, dejado el helado al sol con una temperatura ambiente de 26ºC, tarda más de una hora en empezar a derretirse.

¿A qué se debe este comportamiento? El artífice de la prueba no entra en el tema, pero lógicamente muestra su profundo escepticismo sobre la calidad de un helado que parece indestructible. Cuando el vídeo empezó a adquirir fama en los Estados Unidos, algunos medios contactaron con un profesor que dio algunas posibles claves sobre la razón de este comportamiento del helado; y eso es justamente lo que quería analizar aquí, porque no todo lo que se dijo es correcto.

26 de agosto de 2014

Cita de hoy

El ojo crítico y la fina ironía de Jane Austen, en acción. En el fondo, la gente del siglo XIX no era diferente de la del siglo XXI…

Regresaron los otros, el salón se llenó otra vez, volvieron a reclamarse y ocuparse los asientos, y se inició otra hora de placer o de penitencia: otra hora de música iba a producir deleite o bostezos, según fuera real o fingido el gusto por ella.

Jane Austen  Persuasión

22 de agosto de 2014

[Libros] Las tres bodas de Manolita – Almudena Grandes (2014)

Leer a Almudena Grandes es un acierto siempre. Sus libros se disfrutan, se paladean, y por eso, había reservado su última novela para leerla en el verano, con más tiempo para saborearlo con intensidad. Y no me ha defraudado.

Sinopsis:
En un Madrid devastado, recién salido de la guerra civil, sobrevivir es un duro oficio cotidiano. Especialmente para Manolita, una joven de dieciocho años que, con su padre y su madrastra encarcelados, y su hermano Antonio escondido en un tablao flamenco, tiene que hacerse cargo de su hermana Isabel y de otros tres más pequeños. A Antonio se le ocurrirá una manera desesperada de prolongar la resistencia en los años más terribles de la represión: utilizar unas multicopistas que nadie sabe poner en marcha para la propaganda clandestina. Y querrá que sea su hermana Manolita, la señorita Conmigo No Contéis, quien visite a un preso que puede darles la clave de su funcionamiento. Manolita no sabe que ese muchacho tímido y sin aparente atractivo va a ser en realidad un hombre determinante en su vida, y querrá visitarlo de nuevo, después de varios periplos, en el destacamento penitenciario de El Valle de los Caídos. Pero antes tiene que saber quién es el delator que merodea por el barrio.
Las tres bodas de Manolita es una emotiva historia coral sobre los años de pobreza y desolación en la inmediata posguerra, y un tapiz inolvidable de vidas y destinos, de personajes reales e imaginados. Una novela memorable sobre la red de solidaridad que tejen muchas personas, desde los artistas de un tablao flamenco hasta las mujeres que hacen cola en la cárcel para visitar a los presos, o los antiguos amigos de colegio de su hermano, para proteger a una joven con coraje.

Reseña: Una historia agridulce, pero optimista, de nuestra oscura postguerra
Almudena Grandes sigue en este libro la misma filosofía que sirvió de base para el anterior, “El lector de Julio Verne”: utilizar las memorias de personajes reales para recrear la historia de la España de la postguerra. Es decir, aunque se trata de una novela, la historia de fondo se basa en hechos reales (aunque, a menudo, reuniendo varias historias de personas diferentes en unos mismos personajes).

Sin embargo, poco a poco parece que los últimos “episodios de una guerra interminable”, que es como denomina la autora a esta serie de novelas ambientadas en la postguerra, se van alejando de la crónica histórica para hacer más hincapié en la crónica social. Si en “Inés y la Alegría” la clave estaba en contarnos la desconocida historia de la invasión del valle de Arán y del partico comunista en el exilio (esta parte era tediosa, y lastraba bastante al libro, desde mi punto de vista), en “El lector de Julio Verne” el relato se hizo ya mucho más intimista, y el relato histórico quedó reducido más bien al entorno de fondo, a los maquis que operaban en las montañas donde vivía el niño protagonista del relato.

En este tercer episodio, es la vida de Manolita, su familia y sus amigos, lo que centra el mensaje del libro. No hay ya un episodio histórico concreto que contar, aunque sí, por supuesto, una crónica social de la época. Porque el libro, aparte de una historia de supervivencia, de coraje, de amor y de optimismo vital pese a las adversidades, es una magnífica crónica de la España de la postguerra. Una España de hambre, miseria y miedo, de represión y lucha a muerte por salir adelante. Todo ello de la mano de la magnífica pluma de Almudena Grandes, y visto a través de los ojos de una muchacha que, de repente, se encuentra sola en el Madrid del hambre, con cuatro hermanos a los que alimentar.

Y esa es la novela, la historia de una joven corriente que debe aprender a luchar por sobrevivir en una sociedad hostil… pero en la que también hay sitio para una gran solidaridad. La historia de los que perdieron la guerra, que no fueron sólo los ciudadanos de ideales progresistas y democráticos, sino, ante todo, el pueblo llano, una amplia clase media que en buena medida se encontró de repente en la indigencia, especialmente si el cabeza de familia había tenido la desgracia de luchar en el lado equivocado.

Por supuesto, a lo largo del relato no sólo viviremos la vida de aquellos difíciles tiempos, sino que iremos descubriendo detalles sobre los procesos sumarísimos a los combatientes republicanos, las cárceles masificadas, el mercado negro, los chaqueteros que pasaban del socialismo a levantar el brazo y perseguir a sus antiguos compañeros… Aunque quizás el detalle más doloroso y vergonzoso, por ser el más desconocido, es la denuncia de uno más de los crímenes cometidos por la Iglesia española durante aquella época (junto con el robo de recién nacidos, la pederastia…): el régimen de esclavitud en el que algunas instituciones religiosas mantuvieron a centenares de niños por el mero hecho de ser “hijos de rojos”. Hechos probados y denunciados por los supervivientes, aunque, como tanto ha pasado en este país con nuestro pasado, silenciado y ocultado con el resto de basura debajo de la alfombra. El relato de la hermana de Manolita, prácticamente secuestrada y esclavizada por una orden religiosa de Bilbao junto con otros centenares de adolescentes, es lo que más me ha conmovido de todo el libro, probablemente porque desconocía estos hechos.

Pese a todo, ésta es, como decía antes, una historia básicamente de supervivencia, de salir adelante, de lucha y coraje. Y de amor, de amor frustrado, casi imposible, entre la muchacha de vida difícil que lucha por salir adelante y su novio en la cárcel, con la incertidumbre de si le quedan por delante décadas de encierro… o un paredón a corto plazo. Y, sin embargo, una historia casi optimista, vital, repleta de amistad, solidaridad y momentos de humor. Otra gran novela de una gran escritora.


Nota final: A no perderse también el apéndice histórico, en el que se revelan las claves, las conexiones entre la novela y los hechos. En especial, la asombrosa y repugnante historia del comisario Roberto Conesa, “el Orejas”, el líder de las juventudes socialistas reconvertido en máximo represor franquista, colaborador de la Gestapo, torturador implacable, artífice del asesinato de “las trece rosas”, maestro de “Billy el niño”… y protagonista de oscuros hechos durante la transición (¿la mano negra detrás de los GRAPO? ¿el organizador de los secuestros de Oriol y Villaescusa, “milagrosamente” resueltos por él mismo? ¿la herramienta de la ultraderecha para intentar desestabilizar el proceso democrático?),un  torturador que fue condecorado ya en plena democracia… Aunque se trata de una lectura totalmente independiente de la novela en sí, leer el apéndice histórico sobre este repugnante sujeto es realmente apasionante.

Cita de hoy

Las Grandes Historias son aquellas que ya se han oído y se quiere oír otra vez. Aquellas a las que se puede entrar por cualquier puerta y habitar en ellas cómodamente. No engañan con emociones o finales falsos. No sorprenden con imprevistos. Son tan conocidas como la casa en la que se vive. O el olor de la piel del ser amado. Sabemos cómo acaban y, sin embargo, las escuchamos como si no lo supiéramos. Del mismo modo que, aun sabiendo que un día moriremos, vivimos como si fuéramos inmortales. En las Grandes Historias sabemos quién vive, quién muere, quién encuentra el amor y quién no. Y, aun así, queremos volver a saberlo.


El Dios de las Pequeñas Cosas – Arundhati Roy

18 de agosto de 2014

[Libros] El jilguero – Donna Tartt (2013)

Ya sabéis que no soy demasiado amigo de lanzarme a leer las últimas novedades editoriales, pero en este caso debo agradecer a la tremenda publicidad que ha rodeado a este libro el hecho de que me diera la oportunidad de conocerlo. Tras leer diferentes reseñas y entrevistas a la autora en la prensa, y animado por los positivos comentarios que veía por todas partes, decidí probar. Y debo decir que no me arrepiento. En absoluto.

Sinopsis:
Si aquella mañana no hubiera llovido, si Theodore y su madre hubieran llevado un buen paraguas, si, si, si… quizá no hubieran buscado refugio de una tormenta en el museo Metropolitan de Nueva York. Allí estaban, contemplando una exposición de maestros de la época dorada del arte holandés, cuando de pronto estalló una bomba y Theodore se encontró de repente solo y rodeado de un montón de escombros. Buscando la salida, el chico, que acaba de cumplir trece años, se topa con un visitante que estaba minutos antes contemplando la misma exposición acompañado de una chiquilla hermosa. El hombre muere delante de los ojos de Theodore, pero antes le entrega un anillo, pidiendo que lo devuelva a un tal Hobie, dueño de una tienda de antigüedades. Theo abandona el museo, llevando consigo el anillo y algo más...

Crítica personal: Un gran libro
Grande, sí. No hay más que verlo de canto, si tienes una edición en papel: la española alcanza casi las 1200 páginas. Como para pensárselo bien antes de meterse con él ¿verdad? Hay que tener en cuenta que su lectura equivale a 3 ó 4 libros normales (personalmente, por debajo de las 300 páginas me parecen más bien cortos, aunque esto siempre es subjetivo), así que conviene estar mentalmente concienciado de dónde te vas a meter antes de hacerlo…

Un gran libro también en el sentido metafórico de la palabra, pero, como suele ser habitual en estos casos, creo que no es un libro apto para todos los públicos. Pese a lo que insinúa la sinopsis y muchas de las reseñas que se ven por ahí, no se trata de un libro de intriga, o policiaco, o de acción… incluso aunque contenga también a ratos todos estos elementos, se trata de una novela pausada que carga las tintas en los personajes y en su vida interior. A ojo, podríamos decir que el libro es un 80% de drama y un 20% de thriller. Así que el que busque esto último, va a quedar muy decepcionado. Así, no hay que extrañarse de ver comentarios como que le sobran casi todas las páginas, que es demasiado pesado, que se tira más de medio libro sin que pase nada (falso; otra cosa es que para determinados lectores sólo pase algo cuando hay tiros…), etc, etc. Está claro, si a xxxx (introducir cualquier escritor de bestsellers de garrafón; había puesto uno, pero no quiero ofender) le dan el argumento de este libro, lo hubiera liquidado en 150 páginas. Pero yo me aparté de xxxx después de leer un solo libro. En cambio, con Donna Tartt repetiré seguro.

El jilguero es una historia de personajes, personajes profundos y complejos, algunos entrañables, otros más desagradables, y muchos, la mayoría (si no todos) con esa dualidad tan humana que te hace quererlos y odiarlos por igual. Personajes grises, ni blancos ni negros, ni buenos ni malos, pero profundamente humanos y creíbles. Los personajes, todos ellos, son lo mejor del libro.

¿De qué va El jilguero? La sinopsis nos desvela el principio: un atentado, una explosión, un niño superviviente y algo de misterio… El título, la portada y los múltiples artículos aparecidos en la prensa nos indican que también hay un cuadro famoso de por medio… Sí, todo es cierto. Pero en conjunto todo esto no supone más de una cuarta parte del libro, repartida casi íntegramente entre lo que podríamos llamar una larga introducción y un largo epílogo. El resto es, básicamente, la vida del protagonista, Theo, a lo largo de unos 20 años (con un gran salto temporal de por medio). Una vida intensa y complicada, que, junto con los personajes con los que se va cruzando (también controvertidos, complicados), es lo que verdaderamente da alma a esta historia.

A lo largo de sus muchas páginas, nos moveremos por multitud de ambientes y distintas personalidades: alta sociedad, delincuencia juvenil, drogas y alcohol, amor y amistad, juego y crimen organizado… Hay un poco de todo en esta novela, y a menudo, entremezclado, con fronteras difusas entre el bien y el mal, entre lo correcto y lo incorrecto. Como decía más arriba, casi todo es ambivalente, casi todo es gris, con su lado bueno y su lado malo… La vida es complicada. Las personas, también.

Sobre el estilo de la autora, indicar que es de lenguaje sencillo pero pausado, muy descriptivo, tremendamente descriptivo. Tanto, que comprendo que para algunos lectores pueda llegar a resultar exasperante, pero que por otra parte te permite meterte realmente en los personajes y en sus vivencias. Quizás en las últimas páginas del libro la autora se acerque un poco al exceso, con decenas de páginas que parecen dar vueltas una y otra vez alrededor de reflexiones “de filosofía vital barata” y de pensamientos inconexos; fueron páginas que reconozco que se me llegaron a hacer algo tediosas, pero que al mismo tiempo consiguen identificarte con la situación que vive el protagonista en esos momentos (no debo dar más pistas, o sería un spoiler). Creo que Donna Tartt hace un buen trabajo, escribe francamente bien aunque se mantenga haciendo equilibrios en la frontera entre el “estilo bestseller” y la “buena literatura”. Claro que, justamente esto, no será del agrado de todo el mundo.

En resumen, un buen libro, desde mi punto de vista, un relato complejo y escrito con inteligencia que se lee con fluidez y que se disfruta sobre todo por sus fantásticos personajes. Personajes que podrán gustar o no, pero que tienen alma, todos ellos: Theo, Pippa, Hobey, Boris, Andy… incluso Xandra, la señora Barbour, el padre de Theo y hasta los porteros de la casa de Theo… Un amplio ejemplo de diferentes personalidades, estatus social y formas de vida, y de las grandezas y las vilezas del ser humano, a menudo mezcladas dentro de una misma persona.

12 de agosto de 2014

Cita de hoy

El rico mejunje de nacionalismo irlandés y catolicismo, o de nacionalismo católico irlandés, o de catolicismo nacionalista irlandés. Da igual.

Don Winslow - El poder del perro

6 de agosto de 2014

[Libros] El capitán Alatriste – Arturo Pérez-Reverte (1996)

¿Y qué hago yo leyendo (y escribiendo sobre) este libro a estas alturas, cuando ya lo ha leído todo el que tuviera el más mínimo interés en hacerlo? Bueno, pues simplemente es que yo no me había decidido hasta ahora. Mi experiencia como lector con Pérez-Reverte, aún pudiendo calificarse de agridulce, es más agria que dulce, de modo que mi interés en su momento fue más bien reducido, por decirlo suavemente. Coincidió, además, una época en la que este autor estaba especialmente de moda y cada dos por tres alguien me regalaba un libro suyo, de modo que estaba bastante empachado (aunque luego me pasó lo mismo con Dan Brown, y eso fue aún peor...). Pero ahora, años después, sentía curiosidad por saber por qué levantó tantas pasiones esta saga del espadachín bigotudo con nombre de solitario duro y melancólico (como todos los protagonistas “ahumphreybogartados” del autor). Y, finalmente, este verano ha caído, en un par de días.

Sinopsis:
"No era el hombre más honesto ni el más piadoso, pero era un hombre valiente"... Con estas palabras empieza El capitán Alatriste, la historia de un soldado veterano de los tercios de Flandes que malvive como espadachín a sueldo en el Madrid del siglo XVII. Sus aventuras peligrosas y apasionantes nos sumergen sin aliento en las intrigas de la Corte de una España corrupta y en decadencia, las emboscadas en callejones oscuros entre el brillo de dos aceros, las tabernas donde Francisco de Quevedo compone sonetos entre pendencias y botellas de vino, o los corrales de comedias donde las representaciones de Lope de Vega terminan a cuchilladas. Todo ello de la mano de personajes entrañables o fascinantes: el joven Íñigo Balboa, el implacable inquisidor fray Emilio Bocanegra, el peligroso asesino Gualterio Malatesta, o el diabólico secretario del rey, Luis de Alquézar. Acción, historia y aventura se dan cita en estas páginas inolvidables.

Crítica: Típico y tópico, pero entretenido
Muy cortito, entretenido, bien ambientado y bien escrito. Es lo mejor que se puede decir de este libro. En la parte negativa, típico, con argumento minimalista y lleno de tópicos. Y, si me apuras, con un cierto deje de pedantería en el estilo, aunque se solapa con lo de bien escrito… no sé, quizás será que su autor me parece tan chulo y prepotente que no puedo evitar ver esas características en sus textos…

La de Alatriste no es más que la típica novela de aventuras de toda la vida, en plan “Los tres mosqueteros”, con buenos, malos y luchas a espada a tutiplén. Nada nuevo bajo el sol, ninguna novedad, ninguna originalidad. Si acaso al contrario, minimalismo en el argumento más bien: se nota que ya pensaba convertir esto en una saga a la que sacarle los cuartos, y este librillo parece más un capítulo alargado de un libro de aventuras que una novela por sí misma. O un capítulo de la serie “Águila Roja”. Más o menos…

Pérez-Reverte elige una época histórica que le gusta y que conoce (el libro está muy bien ambientado), en la que mete a su personaje de siempre (alguien duro, apuesto, valiente, melancólico, cínico, solitario y maltratado por la vida) para que se dé mamporros por una buena causa (su honor, básicamente). Aprovecha para contarnos algo de la historia de la época, incluyendo a multitud de personajes históricos como secundarios de la novela, y aprovechando para repetir una y otra vez la opinión (llena de topicazos) que tiene el autor sobre España y los españoles (qué buenos que somos, pero qué malos han sido siempre nuestros dirigentes, repite una y otra vez en descarado exceso de simplismo maniqueo). Para rellenar, porque por mucho que repita lo mismo una y otra vez el argumento no da para más, nos cuela aquí y allá fragmentos de versos de Quevedo o de obras de Lope de Vega, que llenan páginas y hacen más fácil llegar a generar un librillo vendible. Lo adereza con un lenguaje que imita al castellano antiguo, pasándose (desde mi punto de vista) en la utilización de palabras que requieren tener el diccionario al lado (esto es lo que lo pone, para mí, en la frontera entre lo “bien escrito” y “la pedantería”).

El resultado de todo esto es lo que decía: un librillo de aventuras de lectura amena y facilona, bien escrito y ambientado, que se liquida en un par de ratos y se olvida en el siguiente. Personalmente, debo decir que no me ha animado a seguir con la serie. Pero eso sí, como novela juvenil y para introducir a los adolescentes en temas históricos con un texto ameno y personajes estereotipados pero de empatía fácil, me parece bastante recomendable. En mis años mozos los hubiera devorado, seguro…